FUENTES:


- Conversaciones con el padre Lucho Ais y la Sra, Bettty, parroquia de Mercedes, Corrientes, Argentina.-
- Rescate discursivo de pobladores de Mercedes (Corrientes) y migrantes correntinos, chaqueños y santiagueños.-
- “Martín Fierro” (“El gaucho Martín Fierro” y “La vuelta de Martín Fierro”), de José Hernández, Editorial Sopena, Edición Anotada, Bs. As., 1969.-
- “ Martín Fierro y la Justicia Social”, de Eduardo B. Astesano, Ediciones Relevo, Bs. As., 1963.-
- “La desaparición de la Santa”, de Jorge Amado, Emecé Editores, Bs. As. 1989.-
- “El hablador”, de Mario Vargas Llosa, Editorial Seix Barral, Biblioteca Breve, Barcelona, 1987.-
- “La revolución en bicicleta”, de Mempo Giardinelli, Editorial Seix Barral, Biblioteca Brreve, Buenos Aires, 1996.-
- “La Misión” (película) , de Roland Joffé, con Robert de Niro, Jeremy Irons y Liem Nelsen.-
- “Camila” (película), de María Luisa Bemberg, con Imanol Arias y Susú Pecoraro.-
- Diario “La Capital” de Rosario, Pcia. De Santa Fe, Edición del día 9 de enero de 2009
- Diario “Clarín” de Buenos Aires, Edición del día 9 de enero de 2009.-
- Diario “Página 12” de Buenos Aires, Edición del día 9 de enero de 2009.-
- www.corrientes news.com.ar
- “El culto al Gauchito Gil”, Miafita Ediciones, 2007, compilación y redacción Oscar Carotto
- “El culto a San La Muerte”, Miafita Ediciones, 2005, compilación y redacción: Oscar Carotto.-
- www.cuco.com.ar (Diccionario de Mitos y Leyendas, integrante de la red NAyA de sitios de Antropología y Arqueología).-
- www.guiadelchaco.com.ar
- www.folkloredelnorte.com.ar
- www.raícesargentinas.com.ar
- www.folk-ar.com.ar
- www.elpatocriollo.com.ar

Capítulo 12

LA PROCESION


Diz que las gentes vienen de todas partes, de todos los lados que usté se pueda imaginar. Los unos a caballo y de gauchos, sus jinetes, enarbolando banderas rojas enormes en altas cañas de tacuaras, los otros caminando nomás, a pata, como pueden; algunos a dedo, muchos en bicicletas, muchos en colectivos rentados pa’ la ocasión, unos pocos con el auto propio… Muchos de rodillas, lastimándose en el suelo…
Diz que parece que ese día todo el rojo invadió al verde del campo pa’ lucirse, ¿vio?, con ese rojo endemoniado del color rojo punzó que colorea la infinidad de banderas, cintas, pañuelos, vinchas, mantos y demás accesorios que los devotos y promeseros traen pa’ pedir la bendición de Antonio, ¿vio?, pa’ pedir la bendición del Gaucho nuestro…
Diz que es un precioso espectáculo ver las gentes y las gentes llegando y portando cada una algo pa’l Gauchito, pa’ darle pa’ pos pedirle, ¿vio?, le traen vestidos de novia, anillos de casamiento, rosarios, estampitas, cruces, camisetas y pelotas de fútbol, muletas, sillas de ruedas…
Todos los 8 de enero el Pay Ubre tá de fiesta, che, se nos ha muerto el Gauchito, mi lo han asesinado fiero, pero todos los años, ese día, los correntinos nos juntamos pa’ festejar…Pa’ festejar la bendición de tenerlo todito el tiempo con nosotros, ¿vio?, un Antonio convertido en un angelote inmenso, más grande y azul que todo el cielo entero, tan transparente como el agua de las lágrimas que Gauna lloró al asesinarlo y al obtener su perdón, con los enormes ojos de oro del puma de la montaña, con los ojos color de la miel del gato del monte y con ese poder hipnotizador en la mirada que tan sólo Él tenía, con la faja y el pañuelo y la vincha rojas, del mismo color rojo punzó de la divisa federal, ¿se acuerda?, de ese mismo color, con unas gigantescas alas de ángel tan blancas y tan de azúcar como su propia piel de gaucho muerto….
Él siempre viene silbando un chamamecito alegre, de esos que al mismo tango lo hacen revolcarse de la envidia…Tiene las alas tan bien puestas y tá tan buen mozo siempre el Antonio…Es el angelote y el Santo más bello y más hermoso que cualquiera se pueda imaginar, más bello tá y más lindo que cuando arriaba las chinas en las payadas, más joven que nunca, más alegre y contento que lo que nunca hubiera podido ser en la Tierra…
Un angelote inmenso pleno de luz que nos lleva y que nos cuida y que nos ama más allá de todo, que nos protege y que nos sostiene en los momentos más difíciles, en los momentos en que solemos caernos y pareciera como que ya no pudiéramos levantarnos más, ¿vio?, porque así como él los guió y los protegió pa’ mostrarles la senda y pa’ que no se perdieran y no desfallecieran por el camino, que ya estaban y venían bastante maltrechos y además los acompañó pa’ que lleguen, sanos y salvos al Pay Ubre, a Gauna, el que fuera su verdugo y a López, Gutiérrez y Asuna, los que fueran sus secuaces; el Gauchito Gil es así con todos, con todos los que lo siguen, con todos los que lo adoran, no importa si alguna vez antes, cuando él hubiera estado en vida le hubieran hecho algún daño, Él siempre entendió que debía de ser generoso con todos por igual y repartir sus bendiciones y junto con ellas sus milagros pa’ toda la paisanada, de manera ecuánime y justa, que es como siempre se había movido para con sus acciones mientras estuviera vivo…
Todos los 8 de enero el Pay Ubre está de fiesta porque en la tumba del Gauchito, lo que hoy es el Santuario, nos juntamos pa’ festejar…
No tanto pa’ festejar su muerte, vea, vea y anoteló, sino más bien, pa’ festejar su resurrección ya en calidad de Santo, porque si bien el Antonio, como todos dicen, tenía algunas cualidades y dones excepcionales, fue bien notorio, como dijo él antes de morirse, que su sangre llegó a Dios y que le llegó bien, y que como era la sangre de un ajusticiado en injusta condena porque Él era inocente, pos, entonces fue ahí po que Él empezó con los verdaderos milagros que ya vienen a calificarlo más que como sanador como Santo, po, el primero jue el del hijo del Gauna, el Anselmito, que a ese sí, che, que supo salvarlo de una muerte que venía bien fulera y pos jueron los otros, los que vinieron viniendo y los que todavía siguen sucediendo, en todas partes, todo el tiempo, porque diz que ahora hay Santuarios del Gauchito por todas partes, entonces las gentes le pueden orar y pedir allí y no venir hasta el Santuario del Pay Ubre… De todos modos, todos los devotos hacen lo imposible pa’ venir aquí pa’ juntarnos pa’ recordar el día de su asesinato, ¿vio?...
Como viene tanta gente (este año, en enero de 2009 llegaron a 250.000 personas), hay muchos devotos que prefieren instalarse en las carpas y a la vera del camino unos días antes pa’ tener mejor lugar, ¿vio?, y diz que hay muchos que prefieren quedarse, también, unos días después, pa’ poder orarle mejor al Gaucho, pa’ poder agradecerle con más calma, porque el 8 de enero es, siempre, nuestra fiesta popular, la más querida y la más esperada de todas las fiestas, no sólo del Pay Ubre sino de toda la provincia de Corrientes, y, pa’ muchos, de todita la Argentina Entera…
También saben llegar gentes del Paraguay, del Brasil o del Uruguay que vienen a rezarle a nuestro Gaucho y a pedirle por sus desgracias y sus males…
Y diz que tiene efecto el Antonio, che, diz que a todos, toditos, los saca bien, bien enderezáos como quien dice, con la Vida y con la Historia y también con sus propias gentes… Que eso es importante, che, vea, vea y anoteló, el que uno sepa reconciliarse con los suyos y limpiarse de rencores y de asperezas y de envidias, porque los tuyos son los tuyos y a la final, son Tu Gente, es decir, todo lo que tenés, no importa si tenés plata, auto, casa, trabajo, antes que nada tenés Tu Gente y el que no sabe agarrarse de eso y cuidarlo, se va al carajo, es al pedo pero se va al carajo, ¿vio?, porque la Gente es lo único que lo sostiene a uno, no los bienes materiales, que esos, vio como es, o se rompen o se pierden o se pasan de moda, la Gente uno la tiene siempre, pero la gente es como las plantas, po, si uno no las riega se secan y si las riega demasiado se pudren, y ¡buéh!, ¿vio?, es así, ¡¡¡Qué le vamo a hacer…!!!
Diz que la fiesta es pa’ conmemorar la muerte del Gaucho, pa’ juntarnos a orarle y a pedirle, los milagros y las bendiciones con las que él siempre nos tiene acostumbráos…
Hay muchos de la Iglesia Católica que no tán de acuerdo pos, con que nosotros oremos al Gauchito y le atribuyamos milagros y por eso no van, pero, ¡buéh!, si así es, nosotros no inventamos, el Gauchito hace milagros y cómo, y es más, siempre se dijo, que los milagros, sobre todo en lo referente a sanaciones y curaciones que tenían que ver con salvar de la muerte a alguien, ya los venía haciendo de vivo, de cuando era gurí, vea, porque diz que parece que Él era de los que tenían el don, no sólo de aplicar el Arte de Curar, sino también el don de perdonar y de amar y que con eso, que es el más importante y más grande de todos los dones, Él podía curar el alma de cualquiera, y si le había logrado curar el alma, que se le curara el cuerpo al tipo era, vea, náa más que una cuestión de tiempo, porque entonces el paciente se salvaba, se salvaba siempre…
De todos modos, ¿vio?, hay muchos de la Iglesia Católica que sí creen en el Gauchito y en la devoción que su gente le tiene y también son devotos de Antonio, quiérase o no, y los más valientes saben mostrarlo al público… Por ejemplo el párroco de la Iglesia de Mercedes, el que sabe oficiar una misa pa’ orar y pedir la bendición por el alma de Antonio en el Santuario en donde él juera muerto y pa’ ello viene con la Cruz de Gil a cuestas, caminando, de’ la Iglesia de Mercedes trayendo la Cruz en los hombros tal cual Gauna la hubiera traído hace tantísimos años atrás, y luego, en el mausoleo que oficia de altar, bendice la Cruz frente a todos y a todas y pide por el alma del Gauchito en una misa muy larga y emotiva en donde, además, bendice los asistentes…
Diz que es un verdadero espectáculo la multitud de devotos y promeseros que van hasta la Iglesia de Mercedes y luego vienen con el curita portando la Cruz de Gil a cuestas, caminando, los ocho kilómetros que los separan del Santuario pa’ que allí, pos, en el cruce de las rutas provinciales 123 y 119, en el Mausoleo erigido pa’ tal fin, frente a la escultura gigante del Gauchito y frente a toda la multitud de promeseros, el cura bendiga en una misa muy larga toda la vida y toda la obra de Antonio y pida por su alma…
Diz que la ceremonia empieza de temprano, che, porque deben ir a buscar la Cruz de Gauna y al párroco a la Iglesia de Mercedes, y pos, cuando vuelven todos juntos, peregrinando y cantando, ya todo es una fiesta, vea, porque nosotros le rendimos culto al Gauchito con la alegría, con la alegría por su existencia, con la alegría de su bendición, y entonces, en la procesión, nunca hay naides llorando, ni rezando ni suplicando, vamos todos cantando a la ida, venimos todos cantando y bailando a la vuelta, che, escuchando chamamé como es de rigor, con algún sapukay atolondrado estallando en medio de la multitud cada tanto, como también corresponde; algunos ya hacen la peregrinación con los instrumentos que se trajeron pa’ venerar al Gauchito y de paso van tocando, y de paso, ya que tamos, también vamos bailando, dele, dele chamamé, y a veces también cumbia que esa la traen los que son más del litoral, ¿vio?, no los mesopotámicos… Por esto mesmo diz que somos paganos, ¿vio?, por venerarlo al Gauchito con festejos y alegrías y bailes y fiestas… De más tá decir que cuando el cura termina la misa, al mediodía más o menos, se produce una algarabía general entre los asistentes y pasamos a bailar y a cantar y a veces duramos varios días bailando y cantando y también, ¿por qué no decirlo?, tomando vino, cerveza, y comiendo asaditos o sino esos chori chori bien ricos que venden en los puestos… Por esto mesmo dicen las gentes “bien” que nosotros somos paganos, por esto mesmo lo dicen las autoridades de la Iglesia, ¿vio?, pos, porque se supone que pa’ venerar a un Santo, uno tiene que guardar recato, respeto y sumisión y orar en silencio y con arrepentimiento y vea, don, la verdá es que no, que nosotros no nos arrepentimos de nada, no nos arrepentimos de vivir como vivimos ni de adorar los santos que adoramos ni creemos les haiga mejor adorarlos con sufrimiento en lugar de adorarlos con alegría, ¿vio?, porque diz que los que amaban las grandes fiestas pa’ adorar a sus santos y en ellas bailaban y cantaban varios días seguidos, y de paso, se chupaban bien chupados, po, eran los guaraníes, los que diz que exterminaron con la colonización blanca que trajeron los españoles, pero se ve, po, que tan exterminados no tán, porque el santuario y el oratorio principal y los santuarios y oratorios que se crearon en todo el país, incluso endejuera del mismo, pa’ adorar y orar al Santo más popular de la Argentina, tienen siempre esta fiesta encima y este baile y este canto tan característicos no sólo de algunas etnias que nos pertenecen sino también de nuestros sectores poblacionales más humildes y más numerosos…
También debe de ser una cuestión de rispeto, ¿vio?, porque se me ocurre, ahora que toy pensando, que diz que es cierto que la mamá de Antonio era guaraní y el papá español, y bueno, po, será pa’ rendirle homenaje a la mitad india del Gauchito que nosotros lo festejamos así…. Pa’ homenajear a ña Encarna, ¡puéh! que todos dicen que era la luz del sol de buena, vea, vea y anote… Pos porque tá bien que uno nunca olvide sus raíces ni a las culturas a las cuales pertenece, las culturas que lo parieron como quien dice… Porque diz que los guaraníes enterraban a sus muertos cantando y bailando en verdadera fiesta popular con comidas típicas y mucha música y bebida, y que las ceremonias de purificación espiritual eran a través del baile y la música popular… Nunca lloramos pa’l 8 de enero… No nos arrepentimos ni maldecimos a la Historia porque haya sido así… Todo lo contrario… Agradecemos al Tata Dios por habérselo llevado al Antonio, a nuestro Gauchito, en ese momento de su vida, tan joven, tan buenmozo, tan alegre, tan soñador, pa’ convertirlo luego luego en nuestro mejor Santo, en el Santo que nos protege y nos cuida siempre, de todo y de todos también y por sobre todas las cosas de nosotros mismos que eso es lo más difícil de lograr…
Diz que es un verdadero espectáculo las filas de promeseros que van pasando arrodillados por frente al altar con las velas rojas encendidas, que le rezan al Antonio y luego dejan la vela y siguen, pa’ que pase el siguiente, ¿vio?, sino todos juntos no dentran…. Y así, che, uno tras otro, este año, pos, pasaron trescientos mil tipos, ¡quién diría!, tanta gente, che… Y ¡buéh!, diz que Él siempre fue así, que le gustaba estar siempre entre medio de las gentes, curando, haciendo justicia, prediciendo milagros…
Diz que es un espectáculo la multitud de jinetes con las tacuaras embanderadas que van y las dejan en el Santuario haciendo promesas y rezando sus oraciones…
Diz que es un espectáculo la multitud de niños y niñas que vienen a orarle al Gauchito y dejan en su altar toneladas de dibujos y retratos y objetos de regalo que pa’ ellos son preciosos: muñecas, álbumes de figuritas, autitos, pelotas, los rollers, otros juguetes que también les significan mucho… Y que ellos también llevan y dejan las velas, prometiendo y pidiendo…
Dicen las doñas que pa’ pedirle al Guachito las velas deben de prenderse con el pabilo hacia abajo, así, patas pa’ arriba, ¿ve cómo?, en la misma posición que el Antonio fuera degollado así como se degüellan a las gallinas pa’ que se desangren mejor y queden más tiernitas, al principio cuesta, ¿vio?, porque diz que se apagan, hay que hacerle varios intentos a cada una… Las velas deben de ser rojas, nunca de otro color y se deben depositar pidiéndole al Gauchito o en el algarrobo en donde el Antonio fuera degollado o en el nicho detrás de la Cruz de Gauna….Otra manera de pedir es escribir en una cinta colorada de raso el pedido y colocarla por la noche en un cruce de caminos, apoyada en la rama de un árbol, de un alambrado o en un palo clavado en la tierra (si es una caña tacuara mejor); hay que pasar la cinta entre los dedos mientras se le pide al Gauchito lo deseado por el promesante mientras se reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Credo… Diz que así se puede pedir al Gauchito en cualquier cruce de caminos en donde, en general, se han construido ya santuarios para los devotos… Diz que las cintas se pueden llevar en la muñeca ya bendecidas para tener salud, trabajo, amor, felicidad y bienestar material y, sobre todo, se atan a los autos o los vehículos de transporte pa’ protección contra los accidentes de tránsito… Diz que es de buen gusto de todos los viajeros que en cada cruce de caminos en donde está instalado un Santuario del Gauchito, el conductor debe tocar tres bocinazos bien fuerte y saludar y seguir su camino sin bajar la velocidad, diz que si no lo hacen es de malos augurios pos porque es posible tener algún accidente…. Pa’ bendecir las estampitas, ¿vio?, hay que apoyarlas nos segundos por sobre la Cruz de Gauna y luego luego ya están bendecidas y sirven, también, pa’ pedir y dar trabajo, amor, salud y dinero…
El Gauchito sigue siendo, pa’ la mayoría de los correntinos Curuzú Gil (curuzú quiere decir cruz en lengua guaraní), esto en referencia a la cruz que Gauna hiciera e instalara en su tumba, porque es imposible separar al Gauchito de su cruz, ambos son una sola y única cosa, como fue el alma de Gauna y la de Antonio en el momento de su muerte, y es el Santo más venerado, más adorado y más importante de nosotros, el Santo nuestro, nuestro Gauchito…
Él que volvió hecho un ángel después de muerto… Él que eligió volver con nosotros hecho un Santo… El Gauchito… Pa’ servirle, ¿vio?... De ahí viene la voz popular: “…Haceme la gauchada…”, “…Fulano o Mengano es tan gaucho…”
Diz que volvió pa’ cuidarnos… Pa’ que no nos perdiéramos en esta Vida… Pa’ darnos suerte… Pa’ protegernos y curarnos… Pa’ que no nos enfermáramos… Diz que dicen que….

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Capítulo 11

GIL 4


De que me morí, che, que parece que mi sangre no sólo llegó a Dios como yo creía que debía de sucederme sino que parece que llegó mucho más que bien…. Porque diz que la sangre de los inocentes que son ajusticiados en forma cruel e injusta llega a Dios pa’ que abreven en ella los más necesitados de piedad, de perdón y de Justicia…
Toy acá, che, en el algarrobo en donde me degollaron, como un inmenso ángel de luz pa’ ver las vidas y los destinos de mis paisanos, pa’ verles el alma adentro, ¿vio?, pa’ encauzarles los destinos si los tienen meio torcidos y pa’ darles la vida si esta se les escapa de entre los dedos como suele suceder a veces…
Es lindo che, me gusta esto…. Veo todo desde acá, todo y a todos… Y también los puedo oír…Dicen muchas boludeces a veces, pero, ¡buéh!, eso es también un poco lógico… Por la situación, ¿vio?... Aunque la gente dice boludeces siempre pero hay veces que inventan e inventan lindo e inventan a lo grande, total lo que siempre sobra es imaginación y lo que siempre falta es plata… Así que, subsanando una cosa por la otra inrisulta que yo vengo a ser ahora el santo más milagrero de todo el santoral argentino… Je, je,…. En flor de lío me metieron, Gauna, Ayala y compañía….
Pero no se la crea, ¿eh?, yo la paso bien acá arriba, la paso rejoya…
Atiendo gente todo el tiempo, que en realidad es lo único que hice siempre y es lo único que sé hacer bien… Me gusta… Me encanta… Me gusta verles el alma a mis promeseros, verselá y también desnudarselá porque muchas veces y por más que actúan de muy buena fe, me vienen a pedir pero resulta que no me la quieren terminar de mostrar… Y no importa hasta dónde me quieren mostrar ellos… Yo la veo… Yo lo sé… Yo veo su alma entera y en ella sus penas, sus envidias, sus rencores, sus pasiones, sus amores y sus odios y sus deudas… Y veo su pasado, su presente y su futuro… Y risulta que cuando tengo todo el panorama completo, ahí, ahí, es que inricién empiezo a sacar conclusiones… Y vea, vea, en realidad, diz que soy yo el que hago todo pero eso es pura mentira don, vealó, eso es un bolazo….
Inrisulta que el que hace todo es el Tata Dios, como siempre, como toda la vida ha sido…
Cuando yo tengo un panorama de la persona, un mapeo que le dicen, ahí lo consulto y le paso el parte y le digo: “A mí me parece,Che, que a este hay que…”; o, “ A mí me parece que si… entonces esto…”, y etcétera y etcétera, y entonces, es el Tata el que decide qué hacemos con tal o con cual o pa’ ‘onde le hacemos rumbiar la vida, no crea don, que no es tan fácil… Porque hay cada uno que pide cada cosa… Y encima de decir boludeces también las piden las boludeces porque parece que se creen que es cierto que uno es un Santo de verdad…
Pero vea, vea y anote, che,...Yo lo disfruto a esto… Lo disfruto como naides… Lo disfruto como siempre… Lo disfruto como nunca…
Entre otras cosas, po, porque acá arriba tengo toda la paz que nunca pude tener allá abajo, que por más que mis años fueron pocos, fueron muy densos, como quien dice, ¿vio?, por haber nacido gaucho ya de cuna, por haberme enamorado de mi Estrella que no era la mujer pa’ mí, ¿vio?, por lo que taba social y políticamente establecido, por haberme transformado pos en milico y por haberme rajado de los milicos pos, que primero lo primero, primero era el trabajo, ya de gurí curaba, mi hacían colas los paisanos pa’ venir a pedirme las sanaciones que el dotor no les sabía dar, o porque rialmente no sabía, o porque el médico siempre jue pa’ los ricos y ellos no podían pagarle, porque vea, vea; vea y anote, yo nunca cobré nada, lo mío era un don y así taba entendido por mí, por mis familiares y por mis paisanos, y el don se ejerce y se practica y se brinda, ¿vio?, como quien dice, se da, y antes que nada se da de corazón, se da con el alma, por eso el dotor no podía curar donde yo curaba, porque él no tenía esa conciencia de que casi todos los males vienen del alma, náa más que ‘el alma, y que una vez que se arregla eso, ya pos, to’ lo otro viene arreglandoselé solo al paciente, vea, más tarde o más temprano se li arregla, se lo digo yo que pa’ eso me dicen el Gauchito Gil, vea, pa’ eso…
Y bueno che, así pasó y acá tamo, como quien dice…
Todos dicen que soy Santo, pero yo todavía no me lo endecreo…
Creo que bolacean, náa más… Como antes… Como siempre… Me gusta hacer lo que hago, lo hago y lo seguiría haciendo siempre… Me gusta trabajar con Tata Dios, mano a mano, en algunos casos, ¿vio?, porque nosotros trabajamos con casos y cada uno es ciertamente un caso serio…
Pero no es tan fácil laburar con el Tata, vea, es endemoniadamente estricto el tipo, en algunos casos me pide que cumpla horario y es más, hasta quería que marcara tarjeta, vea…
Pa’ que no me atrase yo, ¿quién se cree que es?...
Como si uno no tuviera atendiendo gente todo el día y tratando de cumplir todo el tiempo que encima El se enoja si uno le endellega un poco tarde a las entrevistas…!!!
Y bueno, che, como si uno no viniera de trabajar, ¿o se cree Este que se me hizo tarde porque me endejuí de paseo?!!!... Si El sabe que toy acá todo el día, no me puedo mover de acá!...
El tema es que mi atosigan con tantas consultas todo el tiempo que a la final no tengo casi tiempo como pa’ ir a entrevistarme con El…
Tá bien que el Tata se enoje…
El además tiene que encontrarse con todos los otros Santos del Cielo que vienen haciendo, también, lo mesmo que yo, y entiendo que no tiene el tiempo necesario pa’ atendernos a todos…
Y ¡buéh!, vea, esto de la burocracia jode en todas partes, tanto en el Cielo como en la Tierra… Porque, ¡buéh!, la mayoría de la gente cree que yo los milagros los hago yo solo y, minga!, “ De acá!!!”, como decía el Negro Olmedo, los milagros los hace el Tata, como antes, como fue siempre, como tiene que ser, qué joder…!!!

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Capítulo 10

EL SANTUARIO


Diz que de que el Gauchito murió, todo el mundo va a venerarlo y a pedirle a su tumba. Diz que se corrió el bolazo por todo el Pay Ubre que la tumba taba debajo del algarrobo donde lo habían degollado y ahí, por sobre la cruz que Gauna hubiera hecho y llevado con sus propias manos y con sus propios pies, empezaron a pasar los desharrapados, unos más desgraciados que los otros, unos pidiendo Justicia, otros pidiendo Paz, otros pidiendo Perdón por acciones de las cuales después se hubieron arrepentido, otros pidiendo Protección por sus propias vidas en los caminos por los que debían de circular, otros reclamando por amores perdidos, tumultuosos e ininteligibles, otros pidiendo sanaciones a enfermedades graves e incurables o a estados de salú mucho más que deplorables, pero, en fin, todos pidiendo, pidiendo sanaciones, pidiendo Suerte, pidiendo Protección y agradeciendo y retribuyendo con algún objeto muy preciado por el promesero o por algún cambio de actitud de vida (por ejemplo, dejar de fumar, dejar de tomar, no mentir nunca más) y allí, abrazados a esa cruz y rezando y suplicando y orando y muchas veces también llorando, pasaban, pasan y pasarán todos los devotos del Gauchito, todos su gente, todos su Paz…
Y vealé, don, el problema es que esta gente, de tiempo en tiempo se transformó en cada vez más y alguna vez jueron muchos, luego luego jueron muchísimos, y poco a poco se transformaron en demasiados…
Los primeros en hacer correr la voz de lo que había sucedido jueron don Gauna y ña Encarna, los primeros, más luego luego jue algo de lo que se enteraron todos, en un principio porque todos sabían que la muerte de Antonio, de que lo detuvieron los de la milicia, era náa más que una cuestión de tiempo, que más tarde o más temprano lo iban a tener que matar, y esa muerte, como quien dice, ¡puéh!, era un secreto a voces, algo que todos sabíamos que nos iba a suceder…
Y fue ansina, po, que todos hicieron correr la pelota, en parte los milicos, que también le iban a orar, no crea, eso sí que le iban de civil porque no se animaban a irle de uniforme, ¿vio?, les daba algo así como pudor, como una vergüencita que les iba desnudando el alma, en parte los paisanos, en un principio náa más que los del Pay Ubre, más luego luego los de toda la provincia de Corrientes, pos los de Entre Ríos y Formosa y el Chaco, y pos los de todo el país, ¿vio?, que diz que el Gauchito es verdaderamente muy poderoso y el efecto de sus milagros es capaz de derrotar la potencia de cualquier otro enemigo que se le acerque, a Él o a su gente, porque Él siempre jue así, ¿vio?, el Antonio vino pa’ quedarse con nosotros después de muerto y pa’ protegernos siempre y su fama parece que se extendió, tanto por los milagros como, y, por sobre todas las cosas, por las sanaciones o el impedimento de los accidentes de tránsito, por todos los lugares por donde jueron y pasaron todos los que en algún momento de sus vidas vinieron aquí a orarle…
Es que diz que Él era así, ¿vio?, que él vivía pa’ su gente, pa’ protegerla, pa’ ampararla, pa’ refugiarla, que Él era, desde mucho antes de muerto, juraría que de que había nacido, el sostén de los pobres, de los desgraciados, de los enfermos, de los relegados, de los excluidos; y que sabía guardarlos y amarlos en el centro de su enorme corazón de gaucho pa’ que pudieran seguir andando, che, pa’ defenderlos de la injusticia, pa’ protegerlos de la pobreza, pa’ defenderlos de las inequidades socioculturales y de las disgracias a las que estuvieran sumidos por una u otra causa, no importaba, pero él era todo pa’ su gente, una enorme alma de Gauchito Argentino desparramado en el corazón del pueblo, ¿vio?, así lo conocieron en sus años de gurí y de mozo, así lo conocemos ahora, como el que nos cuidó y nos cuidará siempre, no importa qué tan pobre seamos, no importa qué tan disgraciados, importa que seamos nosotros, el pueblo entero, los desharrapados, la paisanada, rezando y orando por él siempre, por los tiempos de los tiempos…
Pero diz que el dueño de la estancia “La Estrella”, que es donde taba la tumba de Antonio, pidió a las autoridades de trasladar los restos al Cementerio de Mercedes pa’ no tener problemas, ¿vio?, porque diz que los promeseros eran muchos, eran demasiados, las cañas tacuaras con las banderas y cintas rojas también, y, por sobre todo, las velas rojas encendidas con las promesas de cada devoto también eran muchas y entonces, en la época de sequía o incluso con el viento, el hombre tenía miedo que se le incendiara la cosecha, y como todos los devotos iban a la tumba, él pensó que si trasladaban los restos al cementerio los promeseros irían allí a encender las velas y colocar las cintas y las banderas y no en su propia estancia…
Lo que no tuvo en cuenta don Speroni que así se llamaba el hombre, es que a consecuencia de esto y luego luego de que los restos de Antonio y la Cruz jueron llevados al Cementerio local, hubo un mal raro y desconocido del que fue presa durante un tiempo, un mal tan extraño que del cual ninguno de los médicos que lo atendió pudo dar razones, y del cual presurosamente lo desahuciaron ya que dicho mal degeneró en locura, en una locura mucho más extraña aún y que parecía aproximarlo mucho más a la muerte que a la vida misma, y jue entonces, cuando en un rapto de lucidez de los pocos que podían quedarle por lo que le quedaba de vida, que don Speroni se encomendó en el alma y la vida al Gauchito y le prometió que si Él lo sacaba de ese estado de enfermedad y de locura en el que estaba sumido, él le ordenaría construir un monumento fúnebre en el lugar en donde hubiera acaecido el homicidio hacía tantísimos años atrás, y entonces, luego luego, el estanciero se curó del mal extraño y raro que lo hubiera venido aquejando hasta entonces y ordenó a las autoridades que devolvieran la Cruz de Gil abajo del algarrobo, en el lugar en donde el Gauchito fuera degollado, y luego luego el hombre donó tres o cuatro hectáreas de su propia estancia en los alrededores del algarrobo donde lo hubieran colgado pa’ construir un oratorio y un mausoleo muy grandes, que jueran destinados pura y exclusivamente para los promeseros y devotos del Gauchito pa’ rendirle el culto…
Los restos del Gauchito siguen depositados en el Cementerio de Mercedes pero el lugar de su asesinato se convirtió en un mausoleo y santuario que es centro de peregrinación de infinidad de devotos, promeseros y fieles, los cuales, llegan, de una forma o de otra, sobre todo en los días previos al 8 de enero de cada año, fecha en la cual se conmemora su asesinato y el cura de Mercedes oficia una misa pa’ pedir por el alma del Gauchito.
Diz que cuando empezaron a asfaltar la ruta los ingenieros decidieron que lo más práctico era trazar una línea recta pa’ acortar el camino, por más que esto implicaba pasar por encima del oratorio del Gauchito Gil y por ello, sería necesario mover de lugar el mismo.
Los operarios dijeron que “no era bueno pasar por encima de tierra sagrada pa’ los correntinos” pero los empresarios del camino ignoraron esta advertencia.
Muchos piones se negaron a cumplir la orden y renunciaron al trabajo. Cuando estaban cerca de la zona en cuestión, las máquinas se negaban a avanzar, ni los operarios ni los jefes, ni los mecánicos podían ponerlas en funcionamiento si la dirección de las mismas era hacia el Santuario. Los operarios empezaron a desertar porque pensaban que todo esto era obra del Gauchito, ¿vio?, porque diz que a los espíritus que les gusta en donde tán no les gusta que naides les ande estropiando la morada, ansina que hacen todo lo posible pa’ que los otros se vayan, sea como sea, juere como juere. Jue así que el Gauchito se salió con la suya, je, je, como había sido dendesiempre, y entonces los ingenieros estos decidieron respetar el recodo en donde taba el Santuario y hacer un desvío en el camino pa’ no demolerlo…
Se respetó así el Oratorio y los ingenieros pidieron perdón y protección pa’ la obra, que estos ingenieros, ¿vio?, diz que tanto que estudian y estudian pa’ hacer los cálculos que a la final se achicaron fiero con el Gauchito, po, tanto que terminaron haciendo lo que Antonio quería, che, como siempre, como todos…
Y jue así, ¡puéh!, que a Antonio nadie pudo sacarlo nunca del Pay Ubre, porque Él era nuestro, ¿me entiende?, Él era nuestro Gaucho y el Gaucho de toditos los correntinos, pero por sobre todas las cosas era el Gaucho del Pay Ubre, y jue Él el que en cierta forma eligió morir como murió y morir en el lugar en el que murió y dendentonces que todos los correntinos lo veneramos, vea, vea y anote, porque diz que es el Santo de los Pobres, por sobre todas las cosas de los que somos más pobres, ¿vio?, de la paisanada, porque pobres, pobres, todos dicen que son y vos después te enterás que tienen la casa, que se compraron el auto, que le hacen la fiesta de los quince a la hija, en fin, eso, che, que es como que quejarse se quejan todos, toditos, en cambio nosotros no, vea, nosotros es una realidad que la tenemos como asumida, que la tenemos como incorporada a nuestra historia de que nacemos, po, porque nosotros somos, lo que algunos políticos y trabajadores sociales diz que somos los “pobres estructurales”, es decir, los que nunca nunca tenemos nada de nada, nacemos así, crecemos así y nos morimos así…
De vez en cuando algún político se acuerda de nosotros y nos da algo, ¿vio?, algo como ropa, útiles escolares, alimentos, todo pa’ pos venir a pedirnos el voto, no crea, que naides le da nada a naides por nada, sobre todo si es un político el que te lo da, el político da favores pa’ recibir favores y todos sabemos que es así, ¿vio?, que pa’ eso son repolíticos…
El Santuario está construido en el cruce de las rutas provinciales 123 y 119, a unos 8 km de la ciudad de Mercedes, poblado de banderas rojas en tacuaras y en mástiles, lleno de personas, automóviles, motos, carros, caballos, ómnibus, puestos de venta, kioscos, bares, baños y duchas pa’ los devotos…
Existen a los costados dos espacios grandes donde acampar, con individuales consistentes en un alero con asador, mesas, bancos, piletas y en la parte central una feria de artesanías y manufacturas de distintos elementos alusivos al gaucho milagrero.
En el centro del mismo hay una réplica del algarrobo en donde el Gauchito juera degollado, repleto de innumerable plaquetas y chapas patente de agradecimiento, a los pies y a la derecha del mismo, hay unas estructuras metálicas especialmente diseñadas pa’ sostener las velas encendidas…
En la parte de adelante del predio, debajo del cartel de ingreso se observa un tinglado abierto donde se disponen varias hileras de bancos de madera; es la capilla principal, a cuyos fondos se levanta una cruz de tamaño mediano, construida con madera de ñandubay, igual a la auténtica Cruz de Gil, ya que la verdadera se la afanó una vez un manosanta de Formosa que la usó pa’ hacer sanaciones y curaciones en su provincia, de que la recuperaron está bajo custodia policial y se exhibe náa más que el 8 de enero que es cuando se conmemora el homicidio del Gauchito…
Por detrás de la réplica de la cruz se extiende un modesto mausoleo con un extenso nicho que ocupa su frente, donde pueden encenderse las velas rojas pa’ acompañar las plegarias. Este es el oratorio principal: allí se piden las gracias ante la Cruz de Gil, se bendicen estampas y otros elementos, se le reza al Santo y también se interpreta casi en forma permanente música de chamamé, ejecutada por los músicos de la zona que saben ir a venerarlo…
En la parte de atrás del terreno, casi a los fondos y completamente separado del tinglado metálico también abierto aunque de mayores dimensiones que el anterior, existe otro tinglado donde se realizan los actos principales en los días festivos y en cuyo interior se levanta sobre un gran altar o mausoleo rojo, una gigantesca estatua del Gauchito Antonio Gil con los brazos bien abiertos, pintada con vivos colores en los que destacan el rojo punzó de la vincha, la faja y el pañuelo.
Esta es una obra del escultor chaqueño Antonio Seiler que está perfectamente ajustada al tipo de gaucho correntino, que no usaba chiripá ni boleadoras que es como aparece en la casi totalidad de las estampitas que se comercializan…
Tanto el frente como las paredes del citado altar o mausoleo tán repletos de plaquetas de agradecimiento y también funciona en el Santuario, un museo en donde los devotos dejan cantidad de donaciones y objetos especiales: camisetas de grandes jugadores de fútbol, vestidos de novias, juguetes, cruces, cartas, etc.

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Capítulo 9

EL MILAGRO


Diz que el coronel Zalazar taba tan contento por el acontecimiento que ni siquiera le pidió a Gauna la cabeza del Gauchito pa’ corroborar, ¿vio?, que lo que endecían los muchachos fuera cierto y ahí nomás, ahí, de pura algarabía del poder castrense local, les dio un franco pa’ todos que durara tres días, “Dejen, no se haigan problemas que yo mismo voy a ir a hablar con el Juez de Paz de Goya, ustedes descansen che, y vean a la familia, que se lo tienen mucho más que merecido…”
Ahí jue cuando al Sargento Gauna las rodillas le temblaron, ¡bah!, le venían temblando desde hacía rato…por todo…por nada… pero ahora le temblaron un poco más porque sabía que la inminencia de su momento había llegado…
No paraba de pensar en lo que Antonio le había dicho, que él había visto y sabía que su hijo el más chico, el más gurí, el Anselmito, se estaba dendemuriendo, él que era tan sanito, que nunca había tenido ningún problema, los otros, los guríes más grandes habían sabido ser más débiles, menos tolerantes, más enfermizos a todo, al clima, a las pestes, a los bichos…
López, Gutiérrez y Asuna ya se iban…
Demasiado débiles, demasiado flacos, demasiados asustados estaban como pa’ ir a pedirles algo…
Los pingos habían aparecido, como por arte de magia, por detrás de una arboleda que estaba a la entrada del pueblo, pastando tranquilos, calmados, como si nunca en la vida hubieran visto nada extraño, como si nunca en la vida los espantara un ángel gigante ni hubieran visto vivito y coleando a un fusilado a menos de dos metros…
“-Vayan tranquilos nomás… Saludos a la familia…Eso es lo más importante… A la vuelta hablamos de qué es lo que pasó acá… Descansen, che, que es lo que más les hace falta…”
“-Gracias sargento, no nos olvidaremos de esto…”- contestó Asuna, ya rumbiando pa’ las casas, seguido de los otros dos, cada uno agarrando pa’ rumbos diferentes en las monturas de sus respectivos caballos…
Cristino Gauna, montado ya en su pingo de siempre, enfiló pa’ la suya, con el alma acongojada y estremecida en un mal presentimiento que no era tal, era más que nada una certeza, y arriando a la bestia que enfiló decidida pa’ allá, sintió ese escozor dulce en el medio del corazón que sólo le agarraba en las peores ocasiones…
Sus dedos temblorosos acariciaban al Santito, asegurado en el bolsillo de su pantalón, al que hubiera jurado que todavía le salía sangre… La cabeza de Antonio, embolsada y atada a la grupa del caballo por sobre la montura tampoco paró en ningún momento, desde que se la habían cortado, de largar litros y más litros de una sangre espesa y roja, tan roja como la faja, el pañuelo y la vincha que él llevaba en ese momento, cuando lo hubieron degollado… Ni una mosca atinaba a asomarse rumbiando por sobre la cabeza, che, parecía como si ellas también supieran que esa cabeza era la del Gauchito Gil y que a esa sí que no podían ni debían joderla… Sino ya pa’ esa altura la maroma de moscas, encima de la cantidad de sangre que manaba de la cabeza de Antonio, debiera de haber sido total y completamente insoportable…
Cristo y Dios se le pasaban por la cabeza; el alma y el mundo…
Tardó en llegar; su casa era la más alejada del pueblo, a varios kilómetros, la que estaba ya saliendo si uno dentraba por donde ellos dentraron cuando regresaron de matar al Gauchito, a él le habían dado unos terrenitos por ahí, ¿vio?, porque diz que era la zona más barata, la más inundable, y entonces, con mucho esfuerzo y algo de dinero había podido hacerse, con su china, como quien dice, algo parecido a un rancho…
Cuando iba endellegando sintió los gritos de la María, su mujer, que se escuchaban desde varios metros de distancia, un amigo y el cuñado estaban en la casa, el médico ya había ido y había dicho que ya no se podía hacer más náa, que la muerte del Anselmito era inminente, y, que, en todo caso, si ellos tenían la buena fe y la voluntad, tan sólo les quedaba rezar…
La mujer lo zamarreó diciendo:”-¡Siempre estás lejos, carajo, cuando uno te necesita! ¡Ese ejército de mierda, esta vida de mierda que llevamos ¿ pa’ qué nos sirve, si un hijo se nos está muriendo y vos estás de partida llevando la muerte a un gaucho inocente??!! ¡¡¡Este es un castigo de Dios!!! ¿Qué hacemos ahora? Ya lo vio ña Pancha y le dio las yerbas; le prendí velas a los santos y hasta el párroco lo vino a ver y sigue cada vez pior… tá cada vez más desmejoráu… ¡¡¡Se nos va a morir, Cristino; hacé algo, carajo!!!...”
Dicho esto Gauna, que ya no sabía qué hacer ni cómo lograr su consuelo, se acercó adonde taba el gurí, el Anselmito, pálido y enfermo, cualquiera que lo viera ya diría que se había endemuerto, le sintió apenas un hilo de aire de su débil respiración desfalleciente y entonces, poniéndole la mano en la frente ya helada y por sobre la cabeza mojada del sudor de la fiebre de tres días seguidos, encomendó su alma y la de su hijo, la de ese hijo que se le estaba muriendo feo, al Gauchito, pa’ que él hiciera lo que pudiera, ¿vio?, como siempre hacía, pa’ que él decidiera si podía o no seguir viviendo, si podía o no, seguirla peliando, como quien dice… Mirando al Anselmito, a la criatura que en la débil luz de sus ojos cualquiera podía ver que ya se nos iba, el sargento Cristino Gauna rezó: “-Antonio Gil, te pido por la vida de este hijo que se me está endemuriendo y te juro que si eres capaz de concederme esta gracia jamás en mi vida haré daño a cristiano alguno y en prueba de ello y por la vida de este hijo y por el alma de él juro que haré una cruz con mis propias manos y la llevaré al hombro caminando hasta tu propia sepultura…” Dicho lo cual, el sargento salió al galope tendido hacia donde había quedado el cadáver de Antonio, hacia donde había sido el lugar del homicidio…
Desesperado y llorando y todavía acariciando entre sus dedos al Santito que en el apuro y la desesperación se había olvidado de llevar a la madre de Antonio, a ña Encarna y jurando que luego luego era lo primero que iba a hacer, llegó Gauna como pudo al lugar del homicidio y allí, abajo del algarrobo en donde todavía colgaba el cuerpo decapitado del Gauchito, llorando como nunca en toda la vida él había llorado, porque él era un macho bien macho, ¿vio?, no se vaya a creer que era un débil de esos que arrugan por nada, bajó de la grupa del caballo la bolsa con la cabeza de Antonio que todavía manaba sangre incesantemente y llorando y mezclando sus lágrimas con la sangre del Gaucho fresca aún, la de la cabeza y la del cuerpo decapitado que acababa de descolgar del árbol y que estaban, ambos, completamente rojos de tanta sangre que había brotado con el degüello, empezó a cavar con una desesperación que nunca había conocido, en el mismo lugar en donde cayó el cadáver del Gauchito muerto al descolgarlo, un pozo, un pozo que hizo como pudo, con paciencia y tesón, entre cada quejido y cada lágrima de su propio llanto, con su facón y con sus manos, lo mejor que pudo lo hizo; y metió a Antonio en él, ya media seca su sangre ya barrosa y mezclada con las lágrimas de Gauna y la tierra de Ika, la parte del cuerpo decapitado y la cabeza, todo junto, lo acomodó lo mejor que pudo, vea, vea y anote porque esto es muy importante, le dejó la cabeza puesta que parecía como si no se la hubieran cortado nunca parecía, parecía como si estuviera todo entero, por respeto, ¿vio?, porque naides se burla de los muertos, mucho menos del Gauchito, y ¿cómo lo iban a enterrar a él que era el sanador del pueblo totalmente decapitado, ¿eh?, ¿cómo carajos, se cree, don? Si la cabeza de Antonio al Juez de Paz de Goya ya no le servía ni le serviría pa’ náa… Su facón, el de todita la vida, vea, el mesmo que hubiera sido de su señor padre, el mesmo que usó de gurí, po, ése se lo puso en la faja, cruzado y bien agarrado, pa’ que se vaya con él, ¿vio?, pa’ que se fueran endejuntos, porque el facón había sido su fiel compañero, po, el más compañero de todos, el más amigo, el que lo había sabido proteger y cuidar siempre, como era su pai cuando taba vivo, ¿vio?... Todos sabían que él era al que habían degollado llevándolo al juicio, como pasó antes con tantos otros inocentes, pero todos sabían que esta muerte era de Antonio, de Antonio Mamerto Gil Núñez, alias “el Gauchito”, ansina que lo acomodó lo mejor que pudo, mientras lloraba y lloraba, y, vea, mientras seguía endellorando lo empezó a enterrar, llenando el hueco con puñados de tierra que juntaba con sus propias manos, mezclados con sus propias lágrimas, y así pasó toda la noche don Gauna, tratando de dar cristiana sepultura a un inocente mal ajusticiado, hasta que empezó a clarear en el fondo del horizonte, un amanecer ralito y despacioso diz que era, lento, de esos que hay por Corrientes, un amanecer quedito quedito, que parecía eterno, que parecía no terminar de iluminarse nunca…
Era día ya cuando Gauna paró de llorar y con ello, dejó de apisonar los últimos puñados de tierra con las patas, pa’ que la sepultura quede más prolija, ¿vio?, y entonces sintió esa calma pura en el fondo del alma que sólo le daba cuando él sabía que había hecho todo lo posible pa’ que las cosas se den y que si no se daban, ¡buéh!, tal vez fuera un designio de Dios, tal vez de Mandinga, pero bueno, él por su parte y de su parte, había hecho todo lo posible pa’ que lo que tenía que ser juera…
Entonces jue, que, después de emprolijar lo más que pudo la digna sepultura que le hizo al Gauchito y dejando encima de ella unas flores silvestres que acomodó como mejor pudo, se montó Gauna en su pingo, y, despacio, despacito, fue rumbiando pa’ las casas, a ver qué había pasado con el hijo, con el hijo que se moría, con el hijo que se le moría ya, pero se jue, vea, con la conciencia bien tranquila, porque él sabía que había hecho todo lo que había podido…
Y así jue que cuando llegó al rancho, la María lo salió a recibir alborozada, y entonces, de adentro, salió también el Anselmito, con una sonrisa hecha una luz de bonita, vea, che, y con la expresión y el color ya repuestos del gurí que era y que había sido siempre, del gurí más sanito del todo Pay Ubre, vea, del gurí más bonito y más fuerte de todos los gurises de Ika…
Y abrazando a ambos, a su china y a su hijo, abrazándolos muy fuerte y llorando los tres, Gauna tomó un par de decisiones que habrían de cambiarle la vida de perros y de mierda que hasta entonces, más por necesidá que por voluntá venía llevando desde siempre, desde que tuviera memoria…
Se tomó unos cimarrones con la familia y subió, otra vez, al pingo, rumbiando pa’l cuartel… Despacito despacito iba, seguro de lo que taba haciendo…
“- Vea Zalazar, yo no formo más parte de este ejército de mierda, si quiere fusilemé, sino dejemé libre pero acá toy yo pa’ renunciar… Yo no existo más pa’ ustedes, ¿vio?, todos tenemos nuestros propios límites y ustedes sobrepasaron los míos desde hace mucho, desde hace rato, yo me voy de acá y olvídense de mí…”
“-Faltaba más hombre, ¿cómo lo viá hacer fusilar? Usté es milico pero más que náa es un amigo, vayasé pa’ las casas con la familia, dejemé el uniforme y la bayoneta, náa más… El resto yo me encargo, demasiado hizo por el país Gauna, ahora haga lo que le apetezca…¡Suerte!..” – Y estrechando la mano muy juerte del Sargento, lo dejó ir; así, así, así nomás; como si nunca lo hubieran enrolado, como si él no juera un desertor, como si nunca hubiera formado parte del ejército…
Endevolviendo pa’ las casas, Gauna ya tenía terminado de pensar qué le quedaba por hacer…. Pasar por lo de ña Encarna pa’ dejarle el Santito pero eso más bien lo dejaba pa’ lo último, era lo último que quería hacer porque quería tar bien tranquilo pa’ eso… Primero lo primero y lo primero era lo urgente… Llegado al rancho y apeándose empezó a buscar en los alrededores una buena madera pa’ hacer una cruz… Encuentra un ñandubay de buena madera y con mucha paciencia y algunas herramientas, a fuerza de un facón y un hacha bien afilados, logra hacerle una buena cruz, de una buena madera, como era Antonio, che, como lo había sido toda su vida, ¡qué joder!, una Cruz de madera de ñandubay que es la que todos conocieron después y se conoce como la Cruz de Gil o Curuzú Gil, esa cruz que tiene tres brazos transversales y el del centro más largo equidistando de los otros dos, esa cruz que quedó en la tumba del Gauchito y a la que Gauna llevó sobre sus propios hombros, caminando, caminando los diez kilómetros que lo separaban de la tumba del Gauchito, acompañado por su mujer y su hijo que en agredecimiento y veneración por el milagro fueron con él a rezarle y a adorarlo y a ayudarlo a colocar la cruz lo mejor que se pudiera y a hacer de su tumba un pequeño mausoleo adonde el Santo de los Pobres pudiera ser venerado sin molestar a naides…
Luego, luego, ya endevolviendo, pasaron, también los tres y caminando, por la casa de ña Encarna en la estancia, y ahí le dejaron la imagen del Santito, el Santito ese que hubiera salvado la vida de Antonio siempre, el Santito ese que muchas veces le había salvado el goyete, el Santito ese que lo había cuidado del malmorir y lo había encomendado a Dios para que su muerte fuera una buena muerte y una muerte justa…
Ña Encarna entendió al verlo nomás, con ese entendimiento que tan sólo tienen las madres al mirar a los ojos a los que portan malas nuevas sobre sus propios hijos, entendió con sólo mirarlo y cuando Gauna le dejó el Santito se quebró en llanto…
“ – Diz que tiene su bendición en El y por El por lo que le queda de vida, ña Encarna… yo hice todo lo que pude, se lo juro…” –dijo el Sargento- “lo enterré lo mejor que pude bajo el algarrobo en donde murió, le hice la sepultura lo más cristiana que pude y la cruz la hice yo, no lo muevan de ahí, ahí era donde él quería estar pa’ que lo adoren y lo veneren todos los que quieran y puedan, es un lugar de paso en las ajueras, dejeló enterrado ahí, se lo suplico…”
“- Sí Gauna, vaya tranquilo, yo sé que usté es un buen hombre y esto no jue su deseo, fue cosa del Sargento Ayala nomás, el taimado jueputa se tenía que salir con la suya… Hoy voy a rezarle y a llevarle unas flores a mi hijo y corro la voz por el pueblo de que sus restos descansan ahí y que todo aquel que lo quiera ir a venerar deberá ir pa’ ahí…. Vaya tranquilo y descanse nomás, que acá esto nos pasó a todos, no sólo a usté y a mí, esto le pasó al pueblo entero, a toda la paisanada junta, naides es responsable… Son las órdenes de los superiores, ¿vio?, los que diz que hacen la Justicia y los que diz que la administran, esos son, no nosotros, nosotros no tenemos náa que ver en esto…”

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Capítulo 8

GIL 3


Ya estaba yo bien entrenado en las cuestiones pertenecientes a las curaciones y sanaciones de mis comadres y compadres cuando vino a llegarme, en algún momento, la llama del amor…
Vea, vea, no es que yo hasta entonces no me hubiera enamorado nunca, me había agarrado, como quien bien dice, unas cuantas calenturas fulminantes, de esas que no perdonan a nadie, che, sobre todo en la adolescencia, po, cuando uno deja de ser gurí y empieza a parecerse a un hombre y entonces ahí, ahí, ahí los amores que se viven son de esos que lo desarman a uno, que lo desarman hasta las pelotas porque no sé si es el tema que a uno le sale la leche hasta las orejas y en algún lado la tiene que colocar porque sino se muere, o es que es la edad de las verdaderas pasiones amorosas, las que te sacuden el alma y los huesos como si fueran un endemoniado terremoto de locura…
Viera que yo ya había tenido mis historias e historietas de polleras, algunas más largas, otras más bien cortas, y sabía llevármelas muy bien, nunca hasta el momento había tenido líos con naides… Lo mío era amor, todos lo sabían, náa más…
El tema es que yo empecé a laburar de pión de estancia, de muy gurí, pos, que como mi madre cocinaba en la estancia La Valencia y vivíamos ahí, siempre que necesitaban un pibe pa’ que les haga algo, ahí iba yo, iba con gusto viera, me encantaba el trabajo ‘e campo… Empecé como ayudante de los otros piones, los que son más grandes, ya hombres hechos y derechos, porque en el campo, ¿vio?, siempre se necesita un pibe pa’ algo, pa’ que ponga el alambrado, el boyero que le dicen, pa’ que amanse algún caballo, pa’ que arríe el ganado, pa’ que le dé de comer, en fin, la faena que le endedicen… Y en el campo, como usté bien sabe pasa y sigue pasando que siempre somos muy pocos y siempre hay toneladas de cosas pa’ hacer… Así fue como yo que empecé ayudando a ña Encarna con algunas cosas de la cocina siendo muy gurí, terminé haciendo de boyero y domador en lo que me quedó de adolescencia, así, pos, que aprendí bien todo porque bien que me lo enseñaron los otros piones, ¿vio?, los que me tenían de ayudante al principio y pos terminé trabajando de pión yo, cuando más mozo, y ahí fue que empezaron los escándalos…
En parte porque diz todos y esa es la voz popular que yo era muy buen mozo, vea, un angelote bajado a la tierra de bonito y bien plantado diz que era…. En parte porque diz que era muy elegante, por más que usara harapos todo el tiempo, como estábamos todos, por el otro lado, si no tenías un uniforme más o menos entero de la milicia, eras un pión desharrapado, eso se sabía…
Entonces che, lo que yo creo, es que a mí en realidad me mató la labia, je, je, yo era un gauchito bien plantado y eso era muy cierto pero también era muy hablador, y aparte de muy hablador, siempre estaba de buen humor, tenía eso heredado de mi madre, el sentido del humor más absoluto y siempre el canto, la sonrisa, el gesto, la payada, la mirada, en fin, todo, como para que todas se volvieran locas… Locas por mí, obvio, ¿por quién iba a ser?, ¿eh?.... Entonces es como que yo ya me empecé a entrenar, esta vez, en esquivar despelotes de polleras que había veces que se venían, tengo que reconocer, medio subidos de tono…
El tema es que en esta época, cuando ya era más mozo y estaba más asentado, a pesar de algún lío transitorio de vez en cuando, me quedé prendado, vea, vea y anote y escuche que esto es importante, de la viuda Estrella, ¿vio?, ¿la conoce?, la dueña de la Estancia La Valencia, ella que era tan bonita, tan dulce, tan bella y a la vez tan triste, porque tenía eso, ¿vio?, que tienen todas las viudas y los viudos, o,¡buéh!, por lo menos casi todos, que es como que parece que lo extrañan demasiado al finado, y a la final, parece como si se hubieran querido ir con él, o si hubieran preferido eso, porque es como que una parte de ellos la enterraron con el muerto, ¿vio?, como diz que es, en general, el proceso del duelo…
Y ¡buéh!, ella se ve que estaba bien en eso, porque es como que estaba ida, vea, vea y anote, el día que yo la conocí, acá en un arroyo, por la estancia, yo justo pasaba y vi el caballo y pensé que era un caballo perdido y por eso me acerqué al lecho del arroyo en donde el caballo pastaba y ella estaba, echada ahí, mirando el agua, con esos ojos tan tristes y tan grises que tan sólo ella tenía, con esa mirada perdida de ternura a lo lejos, en alguien que ya no estaba, en alguien que se había ido y la había dejado sola…
Diz que el amor es un hechizo, diz que sí, pos que me pareció que eso era, o que, vea, esta vez, me tocaba de verdá, ¡puéh!...
Y se ve bien que ella sintió lo mismo, vea, porque no me acuerdo en el momento qué le dije, qué me dijo, ni qué hicimos, pero fue como que a partir de ahí empezamos a acompañarnos y a compartir nuestras soledades que de a poco y sin querer, o a lo mejor queriendo, vaya a saber, se convirtieron en una gran amistad y luego de eso en un amor inconmensurable, tan grande como todo el cielo, tan claro como la luna, tan transparente como el agua del mismo arroyo en el que nos habíamos visto la primera vez y tan eterno como el mar…
Pero diz que cómo un pioncito va a meterse con una doña de la sociedad, y cómo si encima la doña es la patrona y encima es viuda o sea que es la única dueña de la estancia en donde encima el pioncito trabaja, que encima vea, yo ni siquiera taba de pión en otra estancia, yo era un pión de ella, vea, y que ella me tuviera, como quien dice, pa’ darse un gustazo de vez en cuando, sobre todo y endemientras ella estuviera casada todavía, taba bien, era bien entendido, el tema es que como ella era viuda, yo pasaba a ser náa más que un oportunista, un posible dueño de todo, un arrimao, un donnaides subido a mucho, un donnaides que quería subirse a demasiado…. Y, ¡buéh!, así fue, vea, cómo me gané a mis piores enemigos por aquella época, no por no quererla, vea, que la amé hasta el cansancio y nos amábamos dendenserio, sino porque había demasiados que estaban muy interesados en su dinero, en su herencia, vea, y diz (todos) que yo se la iba a sacar… El primero fue su hermano, un engreído, un donnaides que sí vivía a costa suya, el resto fueron todos, o casi todos, pa’ pior mi madre trabajaba ahí también… El tema es que ella no les daba oportunidá pa’ decirle nada y ella hacía lo que quería, pero hasta por ahí nomás, porque no podíamos casarnos de una, como hubiera correspondido, no podíamos estar juntos, salvo que fuera a escondidas, no podíamos hacer todo lo que cualquiera hubiera hecho en nuestro lugar… El tema es que el hermano quería que ella se casara con alguien de estancia, vea, alguien que le sirviera pa’ ampliar el horizonte de sus tierras y aumentar la herencia, claro, si él no trabajaba nunca, si él nunca había trabajado, él daba las órdenes, náa más, como todo patrón, el resto lo hacía el pión, vea, o en su defecto, la mujer del pión, o en su defecto, el hijo del pión, que pa’ el caso es lo mismo porque junto con el pión se sabe, trabaja toda la familia junta, náa más, siempre es así, siempre fue así y será así, y el patrón viene y da órdenes, náa más, sin bajarse del caballo…
El que la sabía pretender y la pretendió siempre, incluso dendeantes que ella quedara viuda, era el comisario del pueblo, el sargento Ayala, y ése che, ése fue el jueputa que me dentró a perseguir, ni bien se enteró, por rumores, porque en el campo, vio cómo es, no sé si se ve más porque hay más horizonte o nos enteramos de todo enseguida porque somos menos, el tema es que todo se sabe en el campo, por más que uno se esmere al mango en ocultarlo al resto, todos se enteran de todo, como siempre pasa…
A partir de ahí es como que me las vi bien fuleras, porque los otros me querían mandar a matar o algo así, pero tenían que tener una cosa más o menos bien planeada pa’ no levantar tanta sospecha, en cambio éste, como era el sargento y el comesario del pueblo, no le importaba bajarme de un tiro ahí nomá por náa, porque sí, porque se le daba, como siempre fue él con todos, como se le cantaba, aparte todo el mundo sabía que él pretendía a Estrella y que la viuda nunca le dio ni cinco, aunque sea por envidia, vea, por la envidia de que ella no tuviera otro hombre, por eso mismo y náa más que por eso que me quería matar el muy guacho y le importaba un carajo matarme con polvareda, si total él era el comesario del pueblo, ¿quién le iba a decir algo a él?, ¿eh?, ¿quién?, ¿la milicia?, si además era el sargento...
El tema es que en parte por eso, pa’ que no me mate el comesario Ayala, en parte pa’ que mi madre no sufra más disgustos y tampoco pierda el trabajo que siempre nos había dado de comer, en parte pa’ que Estrella pudiera estar sin presiones, me enrolé en el ejército, pa’ peliar contra el Paraguay… Al principio no estaba muy convencido, vea, pero era la única alternativa posible… Yo nunca fui muy guerrero, más bien siempre fui muy pacifista, nunca le puse un faconazo a naides y eso, ya es mucho decir, sobre todo en esta época. El tema es que si no me enrolaba mi pellejo tenía un precio y me querían liquidar varios, si no era Ayala iba a ser algún candidato despechado de Estrella, o, sino algún pariente de ella que no la quería ver conmigo….
Así es como me enrolé pa’ peliar en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, dejando a mi prenda quebrada de dolor y con un susto horrible en el alma, sabiendo que era nuestro destino el vivir separados por más que nos hubiéramos amado siempre como nunca antes nadie se había amado hasta entonces…

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Capítulo 7

GAUNA


El Sargento Cristino Gauna había conocido la hambruna de los malos tiempos, allá, cuando de muy gurí, le tocaba compartir la olla con seis gurises más y una madre resignada, hambrienta hasta los tuétanos y harta de cansancio de lavar y fregar, de fregar y lavar las ropas de todos los criollos del Pay Ubre.
Sola estaba la madre, vea, siempre sola, era un misterio para el resto de la sociedá el cómo había hecho pa’ fabricar los siete gurises que se había traído al mundo, che.
Pero era obvio, que de alguna forma se las arreglaba pa’ hacerlos porque siempre, invariablemente, cada dos años o dos años y medio paría un gurí, a veces macho, en general y pa’ pior hembra, pero era invariable que su reloj biológico le marcaba la hechura de un pendejo cada ese período de tiempo, que, por el otro lado, es el tiempo del nacimiento natural para alguien que no usa anticonceptivos…
Del padre nada, che; bien, gracias… Alguien decía que era alguien del pueblo, también se corrían rumores que era alguien que venía al pueblo cada tanto, que viajaba, como quien dice, era un viajante… El tema es que a ella no se le conoció un hombre en toda su vida, vea, siempre taba sola con los niños, pero cada tanto aparecía preñada. Ya para cuando se lo empezábamos a notar era obvio que el padre de los niños se había marchado bien lejos y pa’ no volver, y, por sobre todas las cosas, no hacerse cargo, pero además es cierto que, obviamente, todos los niños eran del mismo padre, porque, che, estaban calcados por madre natura, las cosas mágicas que tiene esto de la genética, ¿vio?, o sea que a ella nadie se animaba a decirle nada porque, en realidad, era un modelo de madre como no había otra, los tenía lo mejor que podía, dentro de sus posibilidades, claro, los llevaba y traía con ella mientras iba a lavar la ropa al arroyo, los mandaba al catecismo, a veces a comer, si el cura les daba algo que endehabía y les hubiera quedado, a veces a aprender algo de religión, que eso era bueno y muy importante, sobre todo pa’ el estómago; los tenía con ella siempre, incluso cuando repartía la ropa ya lavada y secada a los clientes de todo el pueblo, o sea que era común en nuestro paisaje urbano, verla andar caminando por las calles de Pay Ubre con todos los gurises desharrapados y en patas, ella también, pero con los atados de ropa bien prolijos, limpios y acomodaditos pa’ entregar a sus respectivos dueños. No, vea, vea y anote, que la doña era una santa, ¿vio?, como sabían ser las mujeres de esa época, no como las madres de ahora que como diz que trabajan dendejuera dejan al chico todito el día jugando con la play, no, esta era madre de pelo en pecho, como quien dice, y tenía muy incorporado en su imaginario que los niños eran una prolongación de sí misma y entonces, tal cual, che, los trataba como si se tratara a ella misma, nunca un rebencazo ni un trompazo ni un grito exacerbado, en ese sentido era un ejemplo de madre soltera como el que no habíamos tenido ningún otro en Mercedes…
El tema es que los gurises eran muchos, el padre no existía, salvo pa’ procrear, y la olla había que pararla lo mismo, juera como juera, pasara lo que pasara, cupiese lo que cupiese… Entonces ella, con ese sentido común que sólo tienen las madres supo designar desde que fueron chicos dónde iba a ir a parar cada uno, pa’ asegurarse la manutención, ¿vio?, porque hay algunas madres que saben ser muy inteligentes y entonces, por orden suya, un par de chicas se quedaron con ella, pa’ ayudarla con los lavados de ropa pa’ juera, un par de chicas las puso a trabajar de siervas en casas de familia, que eso siempre fue bien visto, porque no se sabía quién era el padre, pero la madre era india y los indios pa’ siervos siempre tuvieron el lugar asegurado y bien conceptuado por los blanquitos, una de las chicas tuvo la suerte de casarse con un soldado que se la quiso llevar bien de piba y los dos varones que le quedaban, los únicos varones, ella los designó pa’ dentrar a servir al ejército, así nomás, así aprendían a hacerse bien hombres, “ como es su padre”, sabía decirles, ser valientes y justos y poder asegurarse un sueldo a fin de mes del cual, obviamente, debían pasarle algo en porcentaje porque ella misma ya se iba poniendo vieja y era obvio que no iba a poder seguir haciendo el mismo trabajo de siempre…
Así fue que Cristino Gauna entró al servicio militar o lo que fuera alrededor de los quince años, porque vea, vea y anote, que en esa época nadie sabía contar muy bien la edad, ni siquiera las madres, porque había muchos gurises pa’ atender y ni siquiera los párrocos o los Jueces de Paz porque tampoco era muy usual anotar los nacimientos, mucho menos en las fechas y los días debidos, así que se estima que el don Gauna alrededor de esa edad entró al servicio, con el hermano más grande, del cual lo separaron en seguida porque al otro lo trasladaron y a él lo dejaron ahí, sirviendo en Corrientes.
En realidad nunca le gustó el ejército, era bastante rebelde y supo tener muchos problemas con los superiores, ya de entrada, de milico raso tuvo que pasar muchos días en el calabozo, en el cepo, o estaqueado porque él siempre cuestionaba y discutía, no quería hacer lo que no consideraba que fuera lo correcto. Y es usual, como todos saben, que en el ejército la mayoría de las veces se hace cualquier cosa menos lo correcto, pero como las órdenes vienen de los superiores y a los superiores no se les discute, uno acata y cumple, porque sino es un rebelde, porque sino es un alzao, porque sino es un desertor. Y como bien dicen que la letra con sangre entra, después de muchos castigos, de muchos días en calabozos sin comer, de muchos días al cepo en el centro del sol, de muchos aprietes de todo tipo, el Cristino Gauna este pudo, che, aprender a obedecer, que en ese ámbito ya fue un logro, porque sus superiores ya lo supieron conceptualizar como jodido desde que fuera el gurisito que había entrado, en parte por su ascendencia india, lo cual lo obligaba, quisiera o no quisiera, a soportar más, a soportar más vejaciones, más órdenes indignas, más órdenes ingratas, más burlas, en parte por su carácter demasiado templado que lo llevaba a no quebrarse nunca, en parte por esa dignidad enhiesta que sólo saben tener las almas indígenas que saben refugiarse en el silencio y no contestar pa’ forrear más al patrón, ¿vio?, pa’ forrearnos más a los blanquitos que somos, que somos así de boludos que porque somos blanquitos nos creemos que tenemos el derecho de llevarnos el mundo puesto y de cagarnos en los otros… Y ¡bué!, che, eso también es una cuestión de educación, es una cuestión cultural, porque digamé, ¿cuántos años hace que venimos viviendo así?, ¿eh?, ¿desde antes de Colón yo creo que era?...los blanquitos por encima de todo y el resto abajo, como el gallinero, ¿vio?, eso le adjudica ciertos derechos a los que están en los palos de arriba, siempre es así, es una cuestión ya más que social geométrica yo diría, vea, vea y anoteló a esto porque es importante y otra vez no se lo digo, que, ¿pa’ que estoy acá contandolé si pos no me presta atención usté, eh?...
A la final el tema es que al Cristino Gauna este el ejército le empezó a gustar, en parte porque no pensaba, tan sólo tenía que obedecer, en parte porque le daba de comer y le aseguraba el sustento, ¿vio?, que a la final eso es lo único que le importa a uno, tenerse el pan bien asegurado, y él sabía que si se quedaba en el ejército lo tenía, tampoco podía irse porque pasaba a ser desertor y fugado y rebelde, uno no vive del ejército, uno forma parte de él y es entonces una sola fuerza, ¿vio?, como la Armada, como la Polecía, y entonces, cuando uno está endeadentro ya no se hace posible salir, no importa cómo haya dentrado o por qué dentró o si se desilusionó con lo que vivió ahí adentro, tan sólo importa que uno tiene que seguir ahí, porque no puede salirse por voluntad propia, ¿vio?
Es así cuando, de bien resignado que quedó Gauna a asumir y protagonizar su propio destino ahí adentro, después de entender, a la final, que ya no le quedaba ninguna otra, empezó a esmerarse por cumplir las órdenes lo mejor que pudiera, vea, vea y anoteló, era una pinturita cómo cumplía con sus órdenes, total, claro, él no las daba, las daba alguien de arriba que no era él y no tenía por qué hacerse cargo, era, esto…esto que le dicen por endeahora… lo de la obediencia debida, ¿vio?, que corre igual tanto pa’ los del ejército como pa’ los de la polecía, así que el Gauna éste de soldado raso pasó a cabo, y a la final, después de unas cuantas acciones de esas que califican como heroicas el común de la gente y sobre todo los superiores del ejército, lo ascendieron a sargento, y ahí quedó; en eso estaba cuando le tocó comandar la partida que tenía que darle muerte al Gauchito Gil…
Esto sí vea, que no hubiera querido obedecerlo nunca, pero a la final tuvo que hacerlo, porque ya estaba adentro, ya formaba parte del ejército, ya no se podía salir….
Él había conocido una china bonita, su madre ya hacía rato que se había endemuerto, las hermanas estaban bien casadas, y entonces, se le ocurrió casarse, como corresponde y de blanco y en la Iglesia que así era como estaba escrito que tenía que ser y así lo hizo porque él era un hombre muy respetuoso de las leyes y de las costumbres de su tierra, aunque fueran costumbres ajenas a su origen…
El tema es que así fueron naciendo, de a uno, pa’ no amontonarse, y bien, che, como Dios manda, de buen parto y de cabeza, ninguno de patas, y todos con comadrona, tres gurises bien bonitos, dos varones y una nena y había nacido un tercer varón, el Anselmito, uno bien lindito, vea, vea y anote, uno que berreaba como los mejores y tenía unos pulmones de Dios Padre y Señor Nuestro y tenía una salú de puta madre, era el más sanito de todos, aunque todos, en general, no sabían enfermarse, eran bien sanos por su natural…
El tema es que a esa familia había que darle de comer, por el sustento, ¿vio?, porque ella no trabajaba, se dedicaba a sus quehaceres en el hogar porque era mujer que se había casado por Iglesia y de blanco, como corresponde, che, y no era ninguna arrimada al fogón pa’ irse a trabajar endejuera de la casita…
Así que don Gauna, joven, jovencísimo y siendo ya padre tuvo que seguir atado al ejército y esmerarse cada vez más en cumplir con las órdenes porque si él era más acatao, más lo ascendían y si más lo ascendían, más cobraba y; aparte, habían empezado a tenerle un respeto enorme ahí adentro, vea, que eso es importante, bien respetado que lo tenían los otros, por decente, por cumplidor, por no forrear a los inferiores al pedo, por saber guardar muy bien su lugar de medio indio y a la vez saber dar las órdenes como sargento, que eso no es joda, no señor, eso era algo bien difícil de lograr…
Por esto seguía endeadentro del ejército el sargento, por la familia, pa’ poder parar la olla, ¿vio?, que, al fin de cuentas era lo que hacía su madre y lo que le enseñó ella cuando los llevaba a todos a lavar la ropa al arroyo y luego devolverla, bien limpia y seca, casi planchada diría, pa’ poder así recibir la paga correspondiente y con ello comprar la comida pa’ todos, aunque esa comida nunca alcanzara porque la paga nunca era suficiente, pero bueno, era como vivía la mayoría de la gente, era como vivíamos los de bien abajo, era como todavía es ahora, hoy mismito, seguimos viviendo, haciendo lo que podemos pa’ poder parar la endiablada olla, ¿vio?, que así es la ley de la vida, qué se le va a hacer…
Es así que el Sargento Cristino Gauna tenía familia de cuatro gurisitos y mujer cuando le encomandaron de dirigir la partida que tenía que dar muerte al Gauchito… Oficialmente lo trasladaban a Goya pa’ que lo enjuiciara como corresponde el Juez de Paz….Esa era la versión oficial de la orden, la extraoficial era matarlo ni bien pudiera… Era un tipo peligroso el Gauchito…Movía demasiada gente… Todos lo querían…Nadie lo quería matar… Gauna mucho menos que nadie… Era un sanador… Alguien que nos defendía de los males y las desgracias que cada tanto Mandinga bajaba a la Tierra… Era un justo… Alguien que sabía darle a cada cual lo que le correspondía sin levantar odios ni rencores entre las partes… Alguien que sabía ver lo que era la Justicia…
Pero fue justamente por eso que le dieron a Gauna la orden de llevar la partida pa’ matar al Gauchito…Porque sabían que era un tipo serio, cumplidor, alguien que estaba muy bien conceptualizado en el ejército…
Es más, corrían rumores, y Cristino también lo sospechaba, que a la vuelta lo iban a ascender de nuevo, otra vez, a algún rango más alto… Pero, ¿pa’ qué?... ¿Pa’ que si matar al Gauchito era lo último que se le ocurriría, lo último que quería hacer, lo único que no quería hacer, no importaba cuáles fueran las otras órdenes?...Había cumplido muchas órdenes a desgano, a contrapelo, encontronado y peleándose con la decencia de su mismidad, pero esta era la última, la única que realmente no hubiera querido cumplir nunca, nunca jamás…

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Capítulo 6

EL SANTITO

Diz que el Señor de la Buena Muerte es un esqueletico, pequeño, pequeño, de entre 5 y 10 cm de alto, la mayoría de las veces está parado, algunas veces está en cuclillas, con el mentón entre las manos, diz que esperando, náa más que esperando…
….Esperando que la Muerte te lleve, ¿que vai a esperar, puéh?...¿La carroza?...¿ehée?...
Era como que se sentaba a esperar siempre, que siempre estaba esperando y de tanto que esperaba y que todavía espera muchos le dicen el Señor de la Paciencia…
Diz que la etnia mbya guaraní lo formateó en un mix con la imagen del Cristo de la Paciencia, la imagen de la Parca grecorromana (de ahí que muchas imágenes occidentalizadas aparecen ya con el esqueleto erguido, la guadaña en la mano y una capa clerical de color negro) y la imagen esquelética del payé (médico brujo, adelgazado por los largos ayunos y el consumo de hierbas estupefacientes) perteneciente a su religión….
Diz que lo formatearon después de haberse fugado a la selva, cuando cerraron las misiones jesuíticas en nuestra Mesopotamia y el Paraguay, después de que los Borbones expulsaran a la Orden de los Jesuitas de América… Diz que lo sincretizaron ahí, fugados en la selva y a medio catequizar…
Diz que pa’ que el Santito haga efecto es mejor que esté tallado en la falange de la mano izquierda del esqueleto de un niño recién muerto, o, sino, moldeado en el plomo derretido de la bala de un cadáver asesinado a tiros, extraída con la punta de un facón del tipo recién muerto… Sino puede ser, en algunos casos, la imagen modelada en barro, siempre y cuando se cocine la arcilla en la noche del Viernes Santo…
Por acá le decimos el Santito, en parte por lo pequeñito, ¿vio?, en parte porque es muy tímido, le endegusta estar siempre escondidito, y en parte porque ya es más como que uno le va agarrando cariño, tanto tiempo, tanto tiempo de tenerlo escondido bajo la ropa, o en un rinconcito de la casa, bien tapado, pa’ que las visitas no lo noten, que a la final, Él es como de la familia, y sí, en parte por el tamaño, en parte por el comportamiento que tiene, en parte también por la compañía que nos da y nos dio dendesiempre, le terminamos diciendo el Santito, o el Chiquito, pa’ que nos tenga más confianza, ¿vio?, como pa’ querernos un poco más…
Porque todos sabemos muy bien que a La Muerte es mucho mejor no nombrarla, entonces andamos con el chiquito a cuestas inventándole nombres así, como estos que le vengo diciendo, nombres o sobrenombres como de entrecasa, por la confianza, ¿vio?, pa’ que Él nos tenga a La Muerte bien ahuyentadita, que pa’ algo lo llevamos siempre encima, no crea, y, a la vez, que eso es lo más difícil, pa’ que nos cuide en nuestro bien morir, que eso es lo que queremos todos, ¿vio?, porque morir, todos sabemos que algún día nos vamos a morir, en algún momento te toca, porque eso, antes que nada, es una cuestión natural, si estamos vivos, todos sabemos que en algún momento, vamos a pasar a estar endemuertos, pero con el Santito puesto ni morimos de muerte trágica ni tampoco dejamos las cuentas pendientes al irnos, que eso, ¿vio?, es lo que tampoco queremos dejar, porque eso es lo más triste de tener que irse, irse dejando las cosas sin resolver, irse dejando las cosas como quien dice a medias o a tientas…
Así, con un montón de epítetos, lo tenemos siempre con nosotros, lo llevamos , como quien dice, en el alma, además de portarlo, en general al cuello o en algún llavero, diz que pa’ que le haiga más efecto, ¿vio?, es mejor llevarlo dendencima de uno, con uno, sobre la piel, pero tapado de los demás, pa’ que los otros no lo vean…
No es que te haga invencible el petiso, no, tampoco vamos a inventar la boludez acá, mucho menos a creer en ella, diz náa más que es pa’ el buen morir…
Diz que si un enemigo te quiere matar, no puede… Diz que te defiende de las balas, los lanzazos, las cuchilladas de los enemigos que te hiciste…¿Vio?...Cosa ‘e mandinga…De los verdugos…
Parece que al Gauchito le pasó eso, che…Diz que lo habían matado injustamente, que la orden de su perdón ya estaba cuando lo mataron…Parece que todos sabían eso, incluido su verdugo, el Sargento Cristino Gauna…Pero diz que el Gauchito era noble y pensaba que era mejor acatar la orden que alguien había dado, por más que ese alguien haya sido su enemigo más ponzoñoso… Parece que con el Gaucho pasó eso… Que diz que se le esquivaban las balas del cuerpo cuando lo tirotiaron…Porque diz que tenía al cuello el payé del Santito, el payé que ña Encarna le había hecho hacer de la bala de un tipo asesinado… Porque ña Encarna era así, ¿vio?, como diz que son todas las madres, pero ella parece que más, ella parece que sabía que el Antonito siempre andaba metido en líos y tenía poca vida, era como que era el que le demandaba más cuidado que los otros hijos, vaya a saber por qué sería, intuición de madre, presentimiento por haberlo parido, ¿qué se yo?. Antonio siempre fue raro, desde gurisito, mire, y siempre llamaba la atención, sabrá Dios por qué… A lo mejor en realidad era así, todo fue la voluntad de Dios y fue Él que quiso que las cosas fueran así y que las cosas salieran así, porque, sino, se supone que algo habría hecho, ¿no?...
Diz que fue por eso que el Gauchito le pidió a Gauna que lo degollara con su propio facón, porque si era con el arma del enemigo no se moría, diz que tenía que ser con el arma propia, con el facón que usó siempre, de purrete, vea, con el que le había regalado su padre al morir, el mismo que había sido de él, fíjese, fíjese y acuérdese de esto pa’ pos contarlo, ¿vio?, porque parece que el padre también sabía, aunque él no lo hubiera parido ni lo hubiera tenido los nueve meses reglamentarios en el vientre, que este hijo venía más jodido que los otros, vea, porque él tenía un solo facón y justo se lo dio a Antonio antes de morir, vea, es más, cuando ya se estaba muriendo, y sabía que los otros hermanos varones ansiaban y anhelaban ese facón porque era un emblema, porque era un símbolo, y tenían más edad que Antonio pa’ portarlo, pero no, vea, el padre lo eligió a Antonio pa’ darseló, seguro que era porque sabía, él también, que Antonio era el que lo necesitaría más, que él siempre iba a ser, de los hermanos, el que más estuviera en peligro… ¿Vio?, ¿Vio cómo son los padres?...Por lo mismo que el padre le dio su facón, ña Encarna le mandó a hacer el payé del Santito, bendecido y todo, che, que mirá que se tomó el trabajo de llevarlo escondidito a bendecirlo por las siete iglesias, la doña, tanto que querían ambos defender a ese hijo… Es como que sabían, vea, vea y anote, que el destino de Antonio venía jodido desde el nacimiento, ¿vio? A lo mejor por tener la sensibilidad muy extrema atada a la punta del alma… A lo mejor por defender los derechos de los humildes, de los desposeídos, de los carentesdetodo y de los dueñosdelanada… A lo mejor por tener ese criterio de Justicia que no condecía mucho, más bien se llevaba de pelos con los funcionarios del poder estatal, vaya a saber…
El tema es que él le pidió a Gauna que lo degollara con su propio cuchillo, con su compañero, ese que diz que lo acompañó toda la vida, porque sino el Santito le seguía haciendo efecto, che, cosa ‘e mandinga este Chiquito, bien bravo que son los petisos, bien inteligentes y poderosos que son…
Y fue ahí, según dicen y dijeron los que estuvieron presentes, los cuatro de la partida, Gauna, Gutiérrez, López y Asuna, que el Gauchito pudo morirse, derecho che, derecho viejo y mirando pa’ elante a tal punto que diz que le temblaban las rodillas al Sargento cuando lo cortó como lo cortó, que diz que le temblaban las rodillas y los dedos no te cuento porque no podía ni por puta sostenerle la mirada, esos ojos ‘e puma ‘el monte, che, que tenía el condenado, esos ojos de oro mirándolo de frente y fijo, sosteniéndole la mirada en las pupilas duras, valientes, imperturbables, sin odio, sin venganza, sin rencores ni codicia, náa más que aceptando su Destino…
Como debe ser, ¡puéh!, como debe ser que lo haga todo hombre de bien, como el Gauchito era, como diz que dicen que era toditos los que lo conocieron (y los que no lo conocieron también, que no hay versiones encontradas en este punto…) A tal punto, diz que fue, su mirada en la de Gauna cuando se estaba dendemuriendo, que diz que el sargento terminó berreando como un cordero, arrodillado frente al cadáver y suplicándole perdón… Que diz que no tuvo la fuerza ni la compostura pa’ terminar de cortarle la cabeza y embolsarla… Que eso lo hicieron, como pudieron también, los soldados que venían con él, porque Gauna tan sólo pudo, una vez que el Gauchito hubo muerto, arrodillarse y llorar a su lado como una criatura, suplicándole su perdón…

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Capítulo 5

GIL 2

Parece que yo era mucho más que bueno como pa’ algunas cosas, ¿vio?, pa’ algunas cosas que parece como que los otros no eran…Por lo menos, esa era la voz popular…
Diz los que me conocen que de mucho más que de pibe, de purrete más bien, vea, vea y anote, yo ya sabía bien quién se iba a enfermar y de qué y de el cómo y del cuándo de su curación. Diz que sabía ver quién era el que se iba a enfermar y si tenía o no posibilidades de recuperarse. Diz que sabía curar a los enfermos con sólo verlos y, por sobre todas las cosas y gracias a eso, podía entenderlos, que eso era lo más importante, vea, porque si uno entiende al enfermo entiende su mundo y si entiende su mundo entiende cómo funciona su vida; y a partir de allí como puede ser el proceso de su propia muerte y entonces, tan sólo entonces, uno puede, como pueden muy pocos, es verdad, imaginarizar su propia muerte y poder alterar las variables necesarias para que esta no suceda. Pero también es cierto, como dicen por ahí, que para entender a los enfermos tan sólo se necesitaba una fe muy enorme y un corazón muy abierto, y, a la vez, toneladas de amor, que tan sólo la fe y el amor es lo que los cura y no los estudios enciclopédicos y meticulosos durante muchos años en la Facultad…
Ya se había corrido el bolazo por el todo Pay Ubre que yo era el que curaba y pasaba entonces, que era cosa de todos los días, tener gente en casa haciendo cola, unos por un resfrío, otros por picadura ‘e bicho, otros por balazo o lanzazo, algunos por males desconocidos, pero, en fin, todos venían a curarse y todos traían algo, pa’ ña Encarna, ¿vio?, pobre, ella, ella que era una santa y que los atendía como podía mientras yo no daba abasto, aunque tuviera cuatro o cinco años y apenas pudiera hablar…
Mi modo de hacer sanar era, si usted lo viera, aunque yo fuera así de gurisito que no sabía bien ni hablar, hacerlo sentar enfrente mío al enfermo, así, así, así como está usté cerca de mí ahorita, así, así, como pa’ cebarle los amarguitos, ¿vio?, (porque yo siempre atendía mientras tomaba mate, no se crea que era otra cosa, como todo, ¿vio?, porque acá se toma mate todo el día, capaz que es porque esto es la Mesopotamia y tenemos más yerba, qué se yo…) y entonces ponerle la mano en la frente (cualquiera de las dos) y entonces sí, che, entonces era bien seguro que podía verle todo a la persona, la vida, la muerte, los disgustos, las alegrías, los padeceres, las enfermedades por las que había pasado y por las que debería de pasar… Ahí si, che, que veía todo como si fuera una peli de la tele…Entonces sí tomaba conciencia y entendía acerca de cuál era esa persona y en qué mundo vivía y qué era lo que necesitaba como para sanarse… Y fijesé usté, don, que, en general no la pifiaba tanto, en general la pegaba, a veces pienso que era por pura casualidá, ¡juéh pucha!, a veces pienso que era porque algo taba aprendiendo, porque algo, alguito, ya, a esa edad de gurisito pequeño había empezado a aprender… Porque vea, vea que naides nace sabiendo, eso se sabe, uno aprende sobre la marcha, por más que haya estudiado mucho en alguna que otra Facultad uno aprende atendiendo, así, así, como hacía yo de pibe, atendiendo gente que te viene a pedir, atendiendo gente que sufre, atendiendo gente que pide para ellos mismos, que pide para los familiares, que pide para los amigos… Que pide salud, que pide dinero, que pide suerte, que pide alegría, que pide, antes que nada y por encima de todo, toneladas de amor, toneladas de fe y toneladas de amor que no conseguían en ninguna otra parte, que nunca habían podido conseguir en otra parte y ahí, ahí, delante de mío, aunque yo fuera un mocosito de mierda, debajo de mi mano la conseguían, no sé si era una cuestión de Dios o era una cuestión mía, vea, pero era cierto que se iban mucho más felices y más saludables de lo que habían llegado, hay que ver, es cierto también que no todos se curaban, que no todos se salvaban, que había cosas que ya eran irrecuperables e irresolubles, pero, de todos modos, todos se iban mucho más contentos que lo que habían llegado y eso era lo importante, ¿no?, porque sino, ¿pa’ que va a vivir uno si va a andar con esa cara de ojete por la vida que parece que anda oliendo mierda por todas partes?, ¿pa’ qué, che?, ¿eh?, ¿pa’ que?...

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Capítulo 4

SANTO

San La Muerte era un santo chiquito, chiquito, del tamaño de un gnomito petiso de esos que hay en el bosque.
Tenía cara de calavera y cuerpito de cadáver gastado.
Los ojos huecos latían un abismo inmenso, más inmenso que el abismo negro de la noche cerrada.
No tenía orejas porque no escuchaba, sólo la voz del presentimiento lo movía.
No conocía el sentimiento.
Sólo cumplía con su obligación.
Para muchos, sin lugar a dudas, era un ser desdeñable.
Para otros, sin embargo, era el santo más hermoso de todos, porque no tenía puesta la careta de la bondad.
Y muchos le tenían tanto pánico que ni siquiera se animaban a pasar por allí.
Y otros lo querían tanto que vuelta a vuelta le traían flores y regalos, y le rezaban oraciones, y le traían espigas de trigo y de maíz en la época de la cosecha, o las flores cuando eran recién nacidos y sólo respiraban el perfume del cielo.
Y la mayoría decía que él no era santo porque tenía un pacto con el Demonio y se llevaba solamente a aquellos que Él quería para vengarse de ellos y hacerlos trabajar para el Mal.
Y la minoría decía que él era un agente de Dios, como tantos otros, sólo que su oficio era triste porque debía llevarse a los angelitos de la Tierra mientras sus madres desconsoladas les cantaban durante toda su vida nanitas de adiós.
Y él ser reía de todos y no le hacía caso a ninguno porque en el fondo era un cínico.
Pero también era un Santo.
Y tenía el don de acabar con la vida en cualquier parte que se lo propusiera y con cualquier ser vivo, persona, animal o planta.
Y había amado en otras épocas.
Y era sabio porque ahora sólo se amaba a sí mismo.
Y estaba enamorado de la Diosa Muerte.
Y la amaba en silencio, sin comprometerla jamás.
Y eran dos amantes ciegos cada noche.
Y Él era una estatuita chiquita, chiquita, del tamaño de un gnomito petisito de esos que hay en el bosque…
Y estaba hecho con el barro del lago.
Y dormía, cada noche, en la repisa de doña Cata…
Y sólo a veces…
Sólo algunas veces…
…Salía…
…A trabajar…

Nota: este texto se editó por primera vez en “Poetas y Narradores Contemporáneos, 2007”, Ed. De los Cuatro Vientos, San Telmo, Bs. As., Argentina; y se reeditó en el libro “Muertita y otros cuentos”, Ed. Del Dock, Bs. As. Argentina, 2008.-

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Capítulo 3

EL REGRESO

Arrastrando las suelas por los espinillos secos, bien secos, venían López Gutiérrez y Asuna. Esta vez Gauna venía más lejos, casi a la retaguardia, arrastrando los pies, también, como podía, en el atardecer hirviente del mes de enero…
Las ampollas de las patas, que se les habían requetecontra reventado habían sabido ya largar su juguito ácido y entonces, las heridas, les ardían hasta la mierda…
El sol pegaba mal, como nunca, les seguía pegando, a pesar de la hora y de las ampollas y carmines de los rostros y los lomos, cubiertos, a como se pudiera, con algunas telas, las que fueran, si no pañuelos, sombreros, e, incluso, las dos cosas juntas y las chaquetas y camisas que ya no podían absorber más la transpiración, de tanta agua que se habían tragado…
Ninguno hablaba… Ni un ruido che… Ni siquiera un silbido seco, tímido, cortando el aire… Cada uno estaba perdido en sus propios pensamientos, en sus propias reflexiones, en lo que habían visto y oído… Todavía les seguía el susto por lo que les había tocado presenciar…
El sargento Cristino Gauna seguía acariciando el payé del Santito que tenía en el bolsillo…. En sus manos, envuelta en trapos, la cabeza de Antonio todavía manaba sangre… La sangre del alambre de cobre y del Santito de plomo todavía seguía fresca, bien fresca, parecía no terminar de secarse nunca…
También, si él la amasaba y la amasaba sin parar con los dedos repletos de sudor, de ese sudor hirviente del mes de enero, ¿cómo iba a secarse? Junto con el sudor del calor iba el sudor del miedo y, con él, la transpiración por el mismo pánico. Al sargento el corazón le galopaba como un potro desbocado. Su cabeza no paraba de pensar en ese gurí pequeño, pequeñito que se le estaba dendemuriendo… Sabía que Antonio no mintió cuando se lo dijo… Que esto era un asunto serio… Que iba en serio…. De todos modos, Antonio no mentía nunca, eso se sabía…
Todos sabían por Pay Ubre que él era uno de los elegidos, uno de los que tenían el don…Uno de los pocos por la zona…El don de ver y narrar las desgracias que están pasando, sobre todo las enfermedades y a la vez de sanarlas… Él era uno de los pocos que manejaba el Arte de Curar por la zona de Ika…Sí, porque curar era un arte, además de un don, debía de ponerse en práctica y ejercitarse, sino la técnica se perdía, se perdía la idoneidad como quien dice…
El Gauchito veía las cosas que iban a pasar… las sabía… Y además sabía si tenían o no remedio…Siempre… Sino, no te decía nada… Prefería callarse la boca… Así nomás, como quien dice… Porque la voluntad de Dios es la voluntad de Dios y es mucho más que la de uno, aunque fuera la de Antonio Mamerto Gil Núñez…. Dios hacía y deshacía…Él era el que tenía la última palabra…. Por eso, si Antonio veía algo que no tenía ningún arreglo, no te decía nada, ni lo que iba a pasar, por más que lo estuviera viendo, ¿pa’ qué, po? Si total, si hái de sufrir es mejor sufrir después, cuando las cosas se den, ¿pa’ qué adelantar las disgracias, po? Eso no es bueno, ni pa’ los que quedan, vea, vea y anote, ni pa’ los que se van… Es mejor que no se enteren, ni los unos ni los otros, total, cuando les llegue la hora, ya se van a enterar…
Por eso Gauna sabía que Antonio no jodía cuando le dijo lo que le dijo; y el alma se le iba en un grito de silencio y de dolor mientras caminaba, inundado de una angustia inmensa, como podía, por el medio del monte hirviente de enero…
Los otros tres hacían lo mismo…
Eran cuatro espectros olvidados de las Fuerzas Armadas… Olvidados de la Suerte y a su suerte… Olvidados de la Razón… Olvidados de la Justicia…
Eran nada más que cuatro espectros… Deshumanizados por el infierno, por la desolación, por el julepe, por la ignominia y la desidia…
La cabeza de Antonio, envuelta en trapos en las manos del Sargento, no paraba de manar sangre… A su vez, el Sargento hubiera jurado que el Santito de su bolsillo también sangraba… No podía sacarlo y mostrarlo al sol, para ver, pero, ¡juéh pucha!, hubiera jurado eso… Todo era una masa viscosa y sangrante, no se sabía muy bien si de sudor, si de sangre, si de lágrimas… Todo era una gran viscosidad que lo impregnaba todo, las manos, sobre todo las de Gauna, las telas de los uniformes, los cuerpos escoriados, los pelos, las pestañas, las orejas y hasta los dientes estaban plagados de una viscosidad extraña que era mucho más que saliva, mucho más que sudor, mucho más que sangre…
Ni siquiera los pingos habían tenido las pelotas de quedarse… Ellos se fugaron como pudieron, los primeros fueron, vea, don, se desataron como pudieron y rápido, y, de golpe, inrisulta que habían perdido todas las mañas juntas… Rajaron lo más rápido y lo más lejos que pudieron, che, como pa’ que naides dude de que ahí estaba pasando algo bien raro, rarito como quien dice, ¿no?...
El tema es que no volvieron y los dejaron jodidamente dendeapata y estaban bastante lejos del Pay Ubre, vea, así que tuvieron que patiar bastante pa’ poder volver… Encima con el calor, ¡puf!, eso sí que era desgracia y que no era joda!...
Y vea usté, don, vea y anote, che, que esto no se lo via estar contando otra vez…
Dicen que el primero en verlo fue Gutiérrez y el grito que pegó fue inmenso… Casi tan grande como el sol diz que era… El grito del pobre cabo, partiendo el monte del terror… Las patas no le dieron pa’ endejuirse más juerte…. Diz que era más grande que el cielo y venía hacia ellos, andando, caminando, che, como quien dice, caminando, caminando, ahí mismito, mire, ahí mismito como si jueran mis patas que endeahora tán bien al lado de las suyas, pa’ no perderse el mate, ¿vio?, el cimarrón, que le endecimos por acá, porque contar, se cuenta, pero sin cebarse unos amargos no, que sino hasta pa’ el Gauchito ése sí que es el pior de los pecados…
Y diz que era el mismo condenáu, che… El Gauchito…Antonio Mamerto Gil Núñez…. Viniendo hacia ellos….Viniendo, che… Endeviniendo…
Más grande y azul que todo el cielo junto diz que era… Venía silbando un chamamecito alegre, de ésos que al mismo tango lo hacen morirse de la envidia… Seguía teniendo los ojos hipnotizadores que tan sólo él tenía… Los ojos de oro del puma del monte… Los ojos del color de la miel del gato de las montañas…. Y diz que los miraba dendefijo a cada uno y a todos al mismo tiempo… Jodido, ¿no?, puéh que dicen que no se puede estar en todas partes y al mismo tiempo… Y él se ve que sí, si viera, che, si lo tenían así, así, bien cerquita como usté está de mí ahora, y entonces, ¡buéh!, ahí más que un raje diz que jue un “¡¡¡sálvese quien pueda!!!”…
Y Antonio se reía… Se reía…. Se reía… Como cuando era un gurí bien mozo y andaba ya arriando hembras en las payadas… Se reía con esa risa fresca y alegre que tan sólo él tenía… Venía vestido de gaucho, viera, como andaba siempre, con la misma ropa que tenía puesta cuando lo acabaron de asesinar… Eso sí, parece que la sangre era como que se le había ido, ¿vio?, porque quedaba un poco desprolijo un angelote tan guapo paseando por ahí todo ensangrentadito, che, si lo viera… Las alas las tenía tan bien puestas, eran lo más transparente que tenía… El resto era bien punzó, como la divisa, ¿se acuerda?, la de esa época, la de los federales… Tenía la faja y la vincha y el pañuelo rojos, el chiripá y la camisa blancas… Las botas ‘e potro, náa más, si viera, diz que era un primor lo bello que estaba… lo bello que era…. Diz que ahí se apareció más bello que lo que hubiera podido ser nunca en la Tierra…
Porque diz que ya era un ángel y había venido… Había vuelto con nosotros… El Gauchito… Pa’ servirle, viera, como todo pión… Haciéndole los favores a todos, como quien dice, que es costumbre eterna de todos los gauchos…De ahí viene la voz popular… “Haceme la gauchada…”, dicen, “Che, ¿no me harías una gauchada?...”, “Fulano o Mengano es tan gaucho……..”
Diz que había vuelto pa’ cuidarnos… Pa’ que no nos perdiéramos en esta Vida… Pa’ darnos suerte… Pa’ protegernos y curarnos… Pa’ que no nos enfermáramos… Pa’ que no nos muriéramos… Diz que dicen que…
Diz que había venido pa’ cuidarlos y pa’ protegerlos de todo, che, vea….De la calor… De la maldad… De perder el sentido del tiempo y del lugar… Diz que había venido pa’ guiarlos, vea… Pa’ que lleguen bien y enteros al Pay Ubre, a pesar del julepe que, viera, les había hecho dentrar hasta los caracuces….
Diz que había venido pa’ escoltarlos y protegerlos en la vuelta… La vuelta… Esa vuelta tan jodida… Ninguno de los tres, ni López, ni Gutiérrez, ni Asuna, tenían el mismo gusto en la boca en esa vuelta… Ninguno era el mismo, ni los tres, ni cada uno… Mucho menos el Sargento Cristino Gauna… El venía más trastocado que naides… Capaz que porque fue a él al que le tocó carnearlo, como quien dice, como nunca antes le había tocado carnear a naides… Algún indio, por ahí… hacía mucho… Algún cordero… Alguna vez… hacía también bastante… Pollos… pero ¡buéh!, eso era habitual…. Pero nunca un cristiano…. Mucho menos al Gaucho…
Diz que a la final llegaron bien, che, desharrapados y rotos, nunca como se habían ido… Lastimados hasta las muelas… Cansados… Agotados… Diz que todos pudieron ver al Gaucho entonces… Entrando con ellos, por las ajueras del Pay Ubre, caminando con ellos y entre ellos, sosteniendo su humanidad desfalleciente hasta la médula de los huesos para que no se cayeran, para que no se desmayaran, para que no cedieran al cansancio, para que llegaran, rotos pero enteros, nunca quebrados, a dar parte en el Cuartel de todo lo que había sucedido y de que ellos, usté viera, bien que habían cumplido con su deber, che, diz que con lo que les había tocado…
Ayala se puso contento cuando lo supo, qué contento estaba, viera, que ni se acordó de pedirle a Gauna la cabeza, aunque sea pa’ verla y corroborar la veracidad de los hechos… Zalazar tenía la orden del perdón de Antonio en el escritorio… Todos sabían eso antes de llevarlo a Goya… Sabían que si no había llegado la orden, ya venía en camino porque el Coronel Velázquez muy bien que se había preocupado por y de eso… Pero vea, chamigo, cuando las cosas tienen que ser, son, ¿qué se le va a hacer?, lo mataron lo mismo, porque se ve que estaba escrito en su Destino, che vea, vea y anote, que era en ese momento en que el Gauchito Gil se tenía que morir… Así nomás, como vino…. Que no somos náa che, que no somos nada por esta tierra, náa más que gente que pasa… Pero diz que Antonio no era gente común, no señor… Diz que era un santo milagrero… Como no había ningún otro… Como nos hacía bien de falta… Y diz que vino hecho un ángel pa’ ocupar bien su lugar… Pa’ que no se lo afanaran aquí en la Tierra… Que por aquí ya le habían robado demasidas cosas, ¡qué joder!....

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