Capítulo 8

GIL 3


Ya estaba yo bien entrenado en las cuestiones pertenecientes a las curaciones y sanaciones de mis comadres y compadres cuando vino a llegarme, en algún momento, la llama del amor…
Vea, vea, no es que yo hasta entonces no me hubiera enamorado nunca, me había agarrado, como quien bien dice, unas cuantas calenturas fulminantes, de esas que no perdonan a nadie, che, sobre todo en la adolescencia, po, cuando uno deja de ser gurí y empieza a parecerse a un hombre y entonces ahí, ahí, ahí los amores que se viven son de esos que lo desarman a uno, que lo desarman hasta las pelotas porque no sé si es el tema que a uno le sale la leche hasta las orejas y en algún lado la tiene que colocar porque sino se muere, o es que es la edad de las verdaderas pasiones amorosas, las que te sacuden el alma y los huesos como si fueran un endemoniado terremoto de locura…
Viera que yo ya había tenido mis historias e historietas de polleras, algunas más largas, otras más bien cortas, y sabía llevármelas muy bien, nunca hasta el momento había tenido líos con naides… Lo mío era amor, todos lo sabían, náa más…
El tema es que yo empecé a laburar de pión de estancia, de muy gurí, pos, que como mi madre cocinaba en la estancia La Valencia y vivíamos ahí, siempre que necesitaban un pibe pa’ que les haga algo, ahí iba yo, iba con gusto viera, me encantaba el trabajo ‘e campo… Empecé como ayudante de los otros piones, los que son más grandes, ya hombres hechos y derechos, porque en el campo, ¿vio?, siempre se necesita un pibe pa’ algo, pa’ que ponga el alambrado, el boyero que le dicen, pa’ que amanse algún caballo, pa’ que arríe el ganado, pa’ que le dé de comer, en fin, la faena que le endedicen… Y en el campo, como usté bien sabe pasa y sigue pasando que siempre somos muy pocos y siempre hay toneladas de cosas pa’ hacer… Así fue como yo que empecé ayudando a ña Encarna con algunas cosas de la cocina siendo muy gurí, terminé haciendo de boyero y domador en lo que me quedó de adolescencia, así, pos, que aprendí bien todo porque bien que me lo enseñaron los otros piones, ¿vio?, los que me tenían de ayudante al principio y pos terminé trabajando de pión yo, cuando más mozo, y ahí fue que empezaron los escándalos…
En parte porque diz todos y esa es la voz popular que yo era muy buen mozo, vea, un angelote bajado a la tierra de bonito y bien plantado diz que era…. En parte porque diz que era muy elegante, por más que usara harapos todo el tiempo, como estábamos todos, por el otro lado, si no tenías un uniforme más o menos entero de la milicia, eras un pión desharrapado, eso se sabía…
Entonces che, lo que yo creo, es que a mí en realidad me mató la labia, je, je, yo era un gauchito bien plantado y eso era muy cierto pero también era muy hablador, y aparte de muy hablador, siempre estaba de buen humor, tenía eso heredado de mi madre, el sentido del humor más absoluto y siempre el canto, la sonrisa, el gesto, la payada, la mirada, en fin, todo, como para que todas se volvieran locas… Locas por mí, obvio, ¿por quién iba a ser?, ¿eh?.... Entonces es como que yo ya me empecé a entrenar, esta vez, en esquivar despelotes de polleras que había veces que se venían, tengo que reconocer, medio subidos de tono…
El tema es que en esta época, cuando ya era más mozo y estaba más asentado, a pesar de algún lío transitorio de vez en cuando, me quedé prendado, vea, vea y anote y escuche que esto es importante, de la viuda Estrella, ¿vio?, ¿la conoce?, la dueña de la Estancia La Valencia, ella que era tan bonita, tan dulce, tan bella y a la vez tan triste, porque tenía eso, ¿vio?, que tienen todas las viudas y los viudos, o,¡buéh!, por lo menos casi todos, que es como que parece que lo extrañan demasiado al finado, y a la final, parece como si se hubieran querido ir con él, o si hubieran preferido eso, porque es como que una parte de ellos la enterraron con el muerto, ¿vio?, como diz que es, en general, el proceso del duelo…
Y ¡buéh!, ella se ve que estaba bien en eso, porque es como que estaba ida, vea, vea y anote, el día que yo la conocí, acá en un arroyo, por la estancia, yo justo pasaba y vi el caballo y pensé que era un caballo perdido y por eso me acerqué al lecho del arroyo en donde el caballo pastaba y ella estaba, echada ahí, mirando el agua, con esos ojos tan tristes y tan grises que tan sólo ella tenía, con esa mirada perdida de ternura a lo lejos, en alguien que ya no estaba, en alguien que se había ido y la había dejado sola…
Diz que el amor es un hechizo, diz que sí, pos que me pareció que eso era, o que, vea, esta vez, me tocaba de verdá, ¡puéh!...
Y se ve bien que ella sintió lo mismo, vea, porque no me acuerdo en el momento qué le dije, qué me dijo, ni qué hicimos, pero fue como que a partir de ahí empezamos a acompañarnos y a compartir nuestras soledades que de a poco y sin querer, o a lo mejor queriendo, vaya a saber, se convirtieron en una gran amistad y luego de eso en un amor inconmensurable, tan grande como todo el cielo, tan claro como la luna, tan transparente como el agua del mismo arroyo en el que nos habíamos visto la primera vez y tan eterno como el mar…
Pero diz que cómo un pioncito va a meterse con una doña de la sociedad, y cómo si encima la doña es la patrona y encima es viuda o sea que es la única dueña de la estancia en donde encima el pioncito trabaja, que encima vea, yo ni siquiera taba de pión en otra estancia, yo era un pión de ella, vea, y que ella me tuviera, como quien dice, pa’ darse un gustazo de vez en cuando, sobre todo y endemientras ella estuviera casada todavía, taba bien, era bien entendido, el tema es que como ella era viuda, yo pasaba a ser náa más que un oportunista, un posible dueño de todo, un arrimao, un donnaides subido a mucho, un donnaides que quería subirse a demasiado…. Y, ¡buéh!, así fue, vea, cómo me gané a mis piores enemigos por aquella época, no por no quererla, vea, que la amé hasta el cansancio y nos amábamos dendenserio, sino porque había demasiados que estaban muy interesados en su dinero, en su herencia, vea, y diz (todos) que yo se la iba a sacar… El primero fue su hermano, un engreído, un donnaides que sí vivía a costa suya, el resto fueron todos, o casi todos, pa’ pior mi madre trabajaba ahí también… El tema es que ella no les daba oportunidá pa’ decirle nada y ella hacía lo que quería, pero hasta por ahí nomás, porque no podíamos casarnos de una, como hubiera correspondido, no podíamos estar juntos, salvo que fuera a escondidas, no podíamos hacer todo lo que cualquiera hubiera hecho en nuestro lugar… El tema es que el hermano quería que ella se casara con alguien de estancia, vea, alguien que le sirviera pa’ ampliar el horizonte de sus tierras y aumentar la herencia, claro, si él no trabajaba nunca, si él nunca había trabajado, él daba las órdenes, náa más, como todo patrón, el resto lo hacía el pión, vea, o en su defecto, la mujer del pión, o en su defecto, el hijo del pión, que pa’ el caso es lo mismo porque junto con el pión se sabe, trabaja toda la familia junta, náa más, siempre es así, siempre fue así y será así, y el patrón viene y da órdenes, náa más, sin bajarse del caballo…
El que la sabía pretender y la pretendió siempre, incluso dendeantes que ella quedara viuda, era el comisario del pueblo, el sargento Ayala, y ése che, ése fue el jueputa que me dentró a perseguir, ni bien se enteró, por rumores, porque en el campo, vio cómo es, no sé si se ve más porque hay más horizonte o nos enteramos de todo enseguida porque somos menos, el tema es que todo se sabe en el campo, por más que uno se esmere al mango en ocultarlo al resto, todos se enteran de todo, como siempre pasa…
A partir de ahí es como que me las vi bien fuleras, porque los otros me querían mandar a matar o algo así, pero tenían que tener una cosa más o menos bien planeada pa’ no levantar tanta sospecha, en cambio éste, como era el sargento y el comesario del pueblo, no le importaba bajarme de un tiro ahí nomá por náa, porque sí, porque se le daba, como siempre fue él con todos, como se le cantaba, aparte todo el mundo sabía que él pretendía a Estrella y que la viuda nunca le dio ni cinco, aunque sea por envidia, vea, por la envidia de que ella no tuviera otro hombre, por eso mismo y náa más que por eso que me quería matar el muy guacho y le importaba un carajo matarme con polvareda, si total él era el comesario del pueblo, ¿quién le iba a decir algo a él?, ¿eh?, ¿quién?, ¿la milicia?, si además era el sargento...
El tema es que en parte por eso, pa’ que no me mate el comesario Ayala, en parte pa’ que mi madre no sufra más disgustos y tampoco pierda el trabajo que siempre nos había dado de comer, en parte pa’ que Estrella pudiera estar sin presiones, me enrolé en el ejército, pa’ peliar contra el Paraguay… Al principio no estaba muy convencido, vea, pero era la única alternativa posible… Yo nunca fui muy guerrero, más bien siempre fui muy pacifista, nunca le puse un faconazo a naides y eso, ya es mucho decir, sobre todo en esta época. El tema es que si no me enrolaba mi pellejo tenía un precio y me querían liquidar varios, si no era Ayala iba a ser algún candidato despechado de Estrella, o, sino algún pariente de ella que no la quería ver conmigo….
Así es como me enrolé pa’ peliar en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, dejando a mi prenda quebrada de dolor y con un susto horrible en el alma, sabiendo que era nuestro destino el vivir separados por más que nos hubiéramos amado siempre como nunca antes nadie se había amado hasta entonces…

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